[Montecristi, Marzo 1895] |
Sr. Serafín Sánchez. |
Mi muy querido Serafín:
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Aparte van las cosas reales, y esto no es más que saludo. Creo inmediatamente hacedero cuanto recomiende, y veo difícil o imposible cuanto de eso se desvíe. -Vd. da pocas vueltas, y parte derecho. De modo que ya doy por realizado lo que sé que se puede realizar. Roloff, ¿convendrá ahora o luego? Todo va para él y Vd., y Vds. deciden. Yo, a esta fecha, no creo tener sobre mí el remordimiento de una hora inútil: ni tengo aquí libertad para hablarle. -Esta nueva hora, en que otros pudieran gustar una dedada siquiera de triunfo, sólo lo es para mí de angustioso y continuo sacrificio, y de amargas responsabilidades. Haré en cada momento lo que deba, y no lo que desee, y así estoy seguro de ser útil.
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Raro es el día que por acá no hablamos de Vd., -y siempre con cariño. Collazo vuelve a quehaceres, y Manuel (1) con él. Por acá, déjeme decirle cómo amo y admiro, -como que se lo que cuestan los esfuerzos que se hacen por allá, -cómo pagaré gustoso con mi vida, y con la constante mortificación de ella, la fe y la virtud de cada infeliz paisano nuestro, -cómo el General está gallardo y animoso, y su casa está siendo muy tierna y muy nuestra.
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Piense bien lo que aparte le digo. Y no piense: haga, -que es nuestra manera de pensar.
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A Pepa, toda la estimación y cariño en que tengo su hermoso carácter: a Raimundo, a ese letrado Enrique, a Tano, a Rivero, a los útiles y macizos; el incesante recuerdo de su
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José Martí |
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