St. Denis Hotel.
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Broadway and Eleventh Street. |
New York, Dic. 13, 1894 |
Sr. Serafín Sánchez. |
Serafín querido:
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Déjeme tranquilizarlo. Ya lo habrán tranquilizado mis cartas anteriores. Muchos, muchos peligros ha causado la demora; pero no son, en cuanto al Camagüey, los que Vd. cree, y todos, hasta hoy, se han obviado. Mucho, de detalle vital o mortal, queda siempre por obviar en estas cosas; pero lo que le agitaba -el temor de la indecisión de Santo Domingo -ya se lo resuelve, al fin, la presencia del amigo, y por eso C. no sigue viaje, porque ya lo que iba a hacer está hecho, y todo comunicado y explicado a Gener y amigos en larga carta de instrucciones. -Lo del Camagüey, nunca fue como Vd. pensó en la carta, aunque eso era lo natural. Las fuerzas confusas de allí se han ido combinando de manera que mientras de un lado parece que ya están, los mismos que lo dicen les ponen luego reparos esencia les. Jamás hubo el pensamiento que Vd. supone, de aprovechar determinado elemento. Parece ser el temor de que se les escoja para una iniciación aislada -temor sin derecho y contra la realidad que les es conocida, -y de cuyo temor en los unos, y afectación de el en los otros, se valen los que andan por allá entre nuestras filas para descubrirlas e incapacitarlas. Ya trabajo hondo cerca del M. -Y adelante. Ya saben la resolución. Cálleme esto a Noy. No tiene tiempo de ir ni puede pasar por la Habana.
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A la Habana, ya ve. Ya ve la lotería. Todo lo doblan todos a última hora. Cosas inesperadas, y acaso inicuas. Sin embargo, aun espero enviarles $1.000. -Y el encarguito de P. irá a mano. Ya está.
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Ahora, lo capital, al vuelo, porque hoy ha sido día de morir, y apenas tengo tiempo para esta.-En el lugar de donde fueron a Vd. los últimos debe haber, de modo que no se note su salida en junto, aunque haya que dejar alguno esencial, unos quince trabajadores, y yo solo me he de entender con una cabeza, y ellos han de salir creyendo que van para despistar, y que volverán naturalmente luego al Cayo. Que cada cual viva por sí hasta el último instante. Esa dificultad es la mejor garantía de silencio. Eso debe ya hacerse. Dentro de diez días deben estar allí, según todo se ve ahora. Yo creo que allí hay, como ya antes dije que convenía, algunos, que han de ser de los mejores. Allá Vds. callados, ¿qué tienen que hacer? Ya Vd. conoce bien el terreno.
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Para fondos de viaje escribo a Navarro, a reserva de quedar asombrado de su carencia de fondos.
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Al buen Roloff, lo que el imagina. Y a todos. ¡Ojalá, con razón de las pascuas en que todo se mueve, pudiera ser Raimundo de los que vinieran, y con el entenderme; y el ayudado, tal vez, de Florestán, si Florestán se ha quitado de malos socios, -y singularmente de Ramiro o Ramírez.
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Adiós, y un abrazo de
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Su
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J. M. |
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