Damisela Carta de José Martí a Gonzalo Quesada y Benjamín Guerra del 30 de Abril de 1895.

Carta de José Martí a Gonzalo Quesada y Benjamín Guerra. Bandera de Cuba.

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José Martí
Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra
Cartas de José Martí

José Martí envió esta carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra desde los campos de Cuba, fue escrita en el campamento de Vuelta Corta.




Cuartel General en Campaña.
Filipinas, jurisdicción de Guantánamo.
30 de Abril de 1895.


Gonzalo y Benjamín:


En las sombras de una segunda noche de continua vela, y en las ancas de la batalla victoriosa de José Maceo sobre las fuerzas mejores e insolentes de Guantánamo escribí a Vds. mi carta 2ª. La 1ª fue desde las cercanías de Baracoa. Pª esta 3ª se presenta ahora urgente oportunidad, y la aprovecho. ¿Qué no les diría? ¿Cómo no procuraría, aunque en vano, poner en palabras la serenidad que dan a mi espíritu, a pocas leguas de Guantánamo acobardada, las pruebas continuas que presencio de la amorosa y extensa acogida del país a la revolución, la fe en el triunfo de los pequeños y grandes de la guerra, la sorpresa de los veteranos ante la mayor benevolencia que hoy hallan en el país, la llegada constante de mensajeros de un pueblo que quiere salir de un armamento que se ofrece, de un grupo de tal o cual ciudad que pide campo, de Cebreco el buen jefe, que se salvó de la penosa expedición de Maceo? Ya no hay Flor, de un balazo en el pecho; y Frank Agramonte y cinco más, están presos en Guantánamo. Pero José Maceo, a los tres días de llegar, de su soledad de once días en los pinares fríos, revuela y despedaza a las escuadras. Antonio Maceo no sabe cómo darse manos a ordenar sus 6,000 hombres. Y nosotros, a caballo, recogiendo y sembrando, a llegar pronto a Massó, -y más allá,- a darnos forma, para mayor autoridad y presteza, y en plena forma de ley, a fijar la unidad, generosidad e incorruptibilidad de la guerra. ¿Los que somos, aquí alrededor? A las puertas de Cuba está Luis Bonne, veterano sagaz y organizador, con gente hecha y certera; por Cambute está Alfonso Gonlet, con su fuerza brillante de 300 hombres, a las puertas de Guantánamo anda Pedro Pérez, a pie, con su bastón y su jolongo, benévolo e intenso, con su gentío como de hijos, y no menos de 200; Planas fue de núcleo con Antonio Maceo, con 200 más; Victoriano Garzón; cubano negro de fino corazón y bravura inspiradora, pulcro de hechos y traje, manda a 300. Y hoy, a mis ojos, de aquí y de allá, en el mismo día de hoy, salen cien más. ¿Monturas? Tomadas a la guardia civil. ¿Armas? Las pocas propias que empezaron, y las más, del enemigo. ¿Y fuera de aquí, más allá de Antonio Maceo más arriba? La caballería triunfante de Guerra, los miles intactos de Masó, las Tunas y Holguín bien encendidos, y más ahora que les van Borrero y Guerra, y cuantas noticias indican que ya el fuego sale, o ha salido, a flor de tierra, en el Camagüey; nadie podrá sentarse sobre él. ¿Y de nuestros actos? Por los documentos inclusos verán que no he levantado de mi tablón de palma la cabeza: lean, y publiquen, la circular sobre traidores, que, faltos aun de autoridad mayor, y necesitados de hacer, debió ser a la vez manifiesto y sentencia: lean la circular a los Hacendados; la carta a hombres prominentes, la citación para la Asamblea de Delegados de todo el pueblo cubano visible, para elegir el gobierno adecuado a las condiciones nacientes y expansivas de la revolución. ¿Acuerdo real, y honradez? Tantas que mi más puntillosa conciencia buscaría en balde una causa de pena o de censura, o un deseo de forma o fondo que no estuviese satisfecho. Con mimo, más que con cariño, trata al Delegado el General en Jefe, y el hombre al hombre, y de sí propio ha ido cuajando el pensamiento natural, que es el de reunir representantes de todas las masas cubanas alzadas, para que ellos, sin considerarse totales y definitivos, ni cerrar el paso a los que han de venir, den a la revolución formas breves y solemnes de república, y viables, por no salirse de la realidad, y contener a un tiempo la actual y la venidera. Pero pudiese llegar a Vds. la convocatoria a la Asamblea antes de que se efectuase, y de esto no ha de publicarse sino el hecho de que el Delegado y el General en Jefe, en su carácter y obligación de representantes electos del P.R.C. convocan la Asamblea de Delegados del pueblo cubano revolucionario para que él acuerde y elija el gobierno, adecuado a las condiciones actuales, que lo ha de regir, y a fin de aliviar penas y disminuir hostilidades, y quitar razón a todo argumento de personalidad o apariencia de reparto, las cosas van naturalmente movidas de manera que acaso el gobierno se pueda componer de modo que reúna diversas personas, y unidad de dirección, y sólo dure en su forma primera lo que él y los sucesos tarden en sacar más país, y todas las fuerzas revolucionarias, a la revolución. Y hasta aquí ¡qué ternura! Doblado a la faena, ni para pasear el campamento una vez he tenido lugar, y junto no lo he visto sino en la marcha de la victoria, o ayer, cuando a sol pleno, se le llamó a oír lista de empleos, y a que le hablásemos: pero es como bálsamo y espíritu, o palmas de mano, lo que siento alrededor de mí. Ni se nota divorcio de mentes, ni agrio de almas, ni gocé nunca de tanta paz y dicha. Ahora, a vivo mediodía, los pájaros cantan, los ayudantes discuten planes y calculan fuerzas en el colgadizo; al pie de un anoncillo. que se ve por el sol de mi puerta, sentados en piedras o echados de bruces, habla un grupo, de rifle y canana, sobre halas y heridas; copian afanosos mis cartas y notas, en una mesa de tablones, el bravo y modesto Mariano Sánchez, hijo de Urbano Sánchez Echeverría, el prudente y vivaz Rafael Portuondo, hermano de Ventura, Eduardo Domínguez, Capitán marcial y fino, que era Alcalde en las Minas. César Salas, manso y valiente, de buena casa villareña, y Ramón Garriga y Cuevas, a quien tenía su gente en New York por áspero y travieso, y hallo aquí de Ayudante ágil y denodado de Luis Bonne, y tan suave y útil, y tan junto a mí, que ya se va conmigo enamorado del trabajo. ¿Y no admiran conmigo, tanto como esta paz de alma, y el sacrificio alegre de nuestro pueblo, y el pensamiento uno y cortés,- a estos mozos de la alta ciudad, a Portuondo, el abogado brillante de Santiago de Cuba, en cuyos brazos de Ayudante murió de enfermedad Guillermo Moncada, a Sánchez, ingeniero de veras y hombre de privilegio, y capitán ahora, sencillo y contento, del caballero negro, de Victoriano Garzón? Así es Cuba, amigos, y por eso podemos ser libres, sólo que en esto, como en todo, sólo ven y proclaman la virtud los que son capaces de ella.


En lo que urge que nos pongamos absolutamente de acuerdo es en la especie de servicio que aquí se necesita verdaderamente, y en el modo de atenderlo con el menor gasto y peligro. Hombres, sobran, y sólo faltan aquí los representativos: veteranos que ordenen, o gente capaz de encabezar, o de mérito extraordinario; o custodia escogida, cuando haya de venir algún grueso de armas. Ante todo ¿qué tendrán hecho Vds.? Sin quehacer no estarán. Serafín y Roloff, ya habrán ido a las Villas, porque en una goleta de Vivo Rivero, o en dos barcos pescadores, pueden ir, y las armas, ya allá las tenían, o nosotros en New York: Collazo habrá caído por Occidente, con Hatton estarán ya, y acaso con Rafael Rodríguez, viendo modo de que caiga algún grueso de armas por cerca del Camagüey, como debe ser si va Rafael Rodríguez, o por donde más pueda el jefe que nos haya salido, si Rafael falló. ¿Y luego, qué estarán tramando, con el Capitán nuestro, si se les ha presentado, o con el de Maceo? Eso, pues, estará en camino. Pero, aunque Rafael haya podido arreglarse con lo de Hatton todo no habrá ido con él. Y es preciso que llegue pronto un auxilio de armas y parque, y nada más, por Oriente: preciso, por el efecto moral de la ayuda, -por satisfacer la fe grande que hay en nuestro auxilio, lo que será tan útil, como dañoso sería burlarla,- y porque acá pueden armarse tantos hombres como armas lleguen. A Baracoa puede ir una expedición, y ya he dicho cómo, o lo diré ahora. Pero aun importa más la de Guantánamo, que influye en Baracoa y Cuba limítrofes. Así podría ir la de Baracoa: la Escolta de Martí, que creo es casi toda de baracoanos, con José López, a la cabeza, que es práctico bueno de tierra en su comarca, puede venir en una goleta custodiando por lo menos 100 rifles y 50,000 tiros y 100 machetes -$1,700.00. Tal vez, aunque haya venido Rafael con 200 como encargué, eso todo está ahí, y sólo falta el barco, que debe ser goleta, a menos que Hatton a su bajada por La Costa Norte, no se obligue a bajarlos al pasar cerca de Baracoa, en algún lugar, si se puede; como Duaba o Negritos, donde son todos buenos, y se irán con quien llegue. ¿Habrá goleta, si Hatton no puede? El medio más certero, dado los sustos e inseguridades de la venalidad, y el miedo de los extraños a la muerte, sobre todo ahora que en la expedición de Maceo murió, -de un tiro casual, uno de los marineros de la goleta Honor,- el medio más certero, digo, es, aunque se tarde un poco más, crear una tripulación patriota, que en el Cayo no puede faltar, con un capitán como Francisco Vargas, si se le ha hallado en Nassau, o Enrique Loynaz padre, de Costa Rica, que se ofreció a traer la expedición de Maceo, y a quien debería en justicia, aun contra su voluntad, ponerse en condiciones de abandonar, pª un servicio repetido, el trabajo de que vive su familia numerosa. Con ciudadano americano, que nos sobran, y Rubens, y su amigo, nos daremos allí papeles legales. Y la goleta puede ir a Inagua, como consignada, para dejar un poco de madera al paso, a M. Barbes, y tomar pie de allí, si se quiere ir rozando con Haití, para caer de noche por Sabanalamar, a buscar por allí a Luis González, dueño y alma del pueblo de S. Antonio: se entra a tierra, se pone sobre seguro la carga mientras va el práctico a buscar custodia, y se aguarda su vuelta: o ya por la Costa Norte, donde parece más práctico López, con ese plan o el que le parezca bien. Pero en caso de que fuese imposible la doble expedición a Baracoa y por aquí,- lo que no puede ser; porque con la goleta, y $4,000 para 200 rifles, -lo menos que aquí puede venir- y 100,000 tiros y 200 machetes, tienen bastante, -en caso, digo, de que no hubiese pª tanto, por aquí puede venir esa misma expedición, con el práctico que a 1ª oportunidad les mandaría José Maceo, puesto que el grueso de lo necesario aun les queda después de lo de Rafael, y los baracoanos de custodia, que luego se pueden correr a su comarca, causando el efecto doble con un golpe mismo, y el principal aquí. Veo aquí tan de cerca esta especial necesidad, y tanta gente sin rifle, y tanta fe en que de nosotros lo recibirán, que rogaría que inmediatamente concentrasen su energía a este fin, sobre lo que les quede de armas, o componiendo de nuevo esta expedición de aquí. Lo mejor sería que lo que dejé con un poco más, se hubiese podido distribuir, o se distribuyera, en las dos comarcas donde el clamor es más vivo, o pudiera serlo la censura -acá, para robustecer el cariño,- y en el Camagüey, pan disipar la duda.


De otro orden de servicio les debo hablar. Tengo probabilidades de abrir una comunicación continua con Vds., de que esta carta es el ensayo, y servicio de parque, por conducto de Admor. de Minas Juraguá, Sr. Kilpatrick. A él envío carta pª Vds., a que les indique cómo deben enviarme sus cartas, y a quien deben entregar, y cuánto de cada vez, El Parque. Sería mi deseo, y así se lo digo, que de cada Viaje, reciban Vds. lo menos 2,000 tiros, enviados en Barriles Sebo marcados en el Tope con 1 Cruz Blanca. Si se abre la comunicación, envíeme 1 resma de papel de poco peso y como el 1º de la Delegación, de noble tamaño, y el mejor aparato pª reproducir circulares. Y por supuesto comunicación continua, dirigida al Sr. Kilpatrick, Mina Firmeza, Minas Juraguá, Cuba, para Mr. Frank Long, a menos que él no les indique otra manera.


Aquí debo acabar. Suena la corneta. Hacen ejercicio. Llega comisionado de Guantánamo espantado, q. se quiere amurallar. ¿Y todos? ¿Y las criaturas? ¿Y Estrada? ¿Y Fermín? ¡Ah, si Fermín pudiese caer en su Baracoa. Pero no, el gordazo, a andar como anduvimos: se nos acaba, ¿Cómo los caliento a todos a mi pecho, y les doy de este aire puro de la libertad? Ya no vivirán en la sala inolvidable donde les dije adiós. ¿Trabajan mucho, como yo trabajaba? ¡Y Carmita, y mis niñas? Lean mi carta a ellas. Del General, cariños, y recuerdo constante, y mi encargo de q. escriban a su casa -no está él aquí en este instante- cuan bien está aquí y cuan querido es: la úlcera mejor: ¡"Ah, Manana"! dijo del alma una vez cuando veníamos de peregrinación, aun en duda la vida, rifle y jolongo al hombro, al abocarnos a una hoya riente, ceñida de montes, y en lo hondo la casa de guano, y el hilo de agua, y la yerba juguetona. ¿Cómo les digo adiós? No sé. ¿No los tengo siempre a mi lado conversando, gozando? Animen a Patria, tienen con qué. Y ahorren, y prevean; la expedición a Oriente. Iba a escribir a la emigración: ¡con qué alma! ¡con qué gratitud! ¡con todas las entrañas! Salta el correo a caballo. Y nosotros, mañana. Besen la mano a sus mujeres, y trabajen.


Su

José Martí


Lica:


Frank está bien, y muy cuidado por los cubanos, y bien tratado por los españoles.

José Martí




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Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
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