Damisela Carta de José Martí a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra del 25 de Marzo de 1995.

Carta de José Martí a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra. Bandera de Cuba.

José Martí
 La Edad de Oro
 Ismaelillo
 Versos Sencillos
 Versos Libres
 Versos
 Crónicas y Ensayos
 Discursos
 Presidio Político

 Críticas y Comentarios


Epistolario
Gonzalo de Quesada
Benjamín Guerra
26 de Febrero de 1895
8 de Marzo de 1895
25 de Marzo de 1895
28 de Marzo de 1895
1 de Abril de 1895
10 de Abril de 1895
15 de Abril de 1895
26 de Abril de 1895
30 de Abril de 1895
2 de Mayo de 1895


José Martí
Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra
Cartas de José Martí



25 de Marzo [Montecristi, 1895]


Gonzalo y Benjamín:


Partimos. Toda palabra les parecería innecesaria o escasa. Cuanto puedo pedirles, está dicho. Ni sosiego, ni oportunidad, he hallado para ninguna declaración pública, que pudiera parecer más verbosa que útil. Ya será luego, con la majestad del país. Guíenlo todo, si aun tenemos autoridad, sin pompa y sin triunfo, ni más ansia que la de cumplir, con el mayor silencio, la mayor suma de deber. ¿No me regañan? ¿No me dicen predicador e intruso? ¿No me han olvidado aún? Las mujeres y las niñas ¿me piensan aun, de vez en cuando? ¿Y Flor, y Serafín, y Rodríguez, y Hatton? Yo, tal vez pueda contribuir a ordenar la guerra de manera que lleve adentro sin traba la república, tal vez deba, con amargo valor, obedecer la voluntad de la guerra, y mi conciencia, y volver a abrazarlos. No flaquearé por ningún exceso, ni por el de la aspiración, fatal al deber, ni por el de condescendencia. Amo y venero cuanto sacrificio respetable se hace alrededor de mí. Voy con la justicia.


Partimos, pues. Les dejo parte. Ahí, pidan poco. Lo que dejo preparado, con lo natural se hace. En seguida, Hatton. Por el orgullo del cariño de Vds., de la dulce hermandad de Vds., es más fuerte


Su

Martí
________________


Gonzalo y Benjamín:


Aun les escribo. Por la prudencia que muy principalmente pido también a Vds., sobre todo en las cosas de publicación, callo sobre todo aquello de que más les quisiera hablar; pero harto saben los dos que conmigo, donde quiera que yo esté, está la mayor suma de posible cumplimiento del deber más urgente. En papeles aparte van detalladas las instrucciones que para una sola carta serían muchas y confusas; y el correo siguiente les llevará los documentos de otra especie que este aun no debe llevar. Mucho tienen ahora que hacer ahí; pero ya, con los alientos de la guerra, serán más los servidores, y más suave el trabajo, aunque en las cosas de significación, todo lo han de llevar sobre los propios hombros: una pereza es una entrega. De lo de acá, sepan, y ya adivinan, que el General y yo no hemos perdido ocasión ni momento, y que el modo mejor de ayudarnos es darnos por muertos, y no decir palabra de nosotros, hasta que demos señales indudables de vida. Ni ofrezcan ni expliquen, aun cuando se haya de encarar el peligro de perder el beneficio de un entusiasmo pasajero, que al fin ha de venir con el suceso real, y si éste no lo confirma, daña a los mismos que tuviesen despues más justa causa. ¿Cómo publicó Fernando el telegrama que Vds. le pusieron, -allá lejos de estas costas y de sus dificultades-sin poder calcular los obstáculos que una declaración oficial nuestra levantaría a los disimulos y declaraciones acá necesarias? Vds. midan, y cúbrannos: aun les llegará esta carta, y será más urgente que nunca su cautela. Capeen a los diarios, y entreténganlos con noticias de detalle, sin caer en nada sustancial ni futuro. Ni digan de lo que ha de suceder, porque luego las cosas pueden ser diferentes, y se pierde crédito, que la representación oficial, que debe prever sin error, no debe perder nunca. Bien saben los dos, que son como porciones propias mías, cómo la menor equivocación, con la celeridad del cable delator, puede estorbar planes muy ligados, y a veces muy difíciles, -y -a lo lejos -de imposible profecía. Lo digo por lo que falta, que es lo que de seguro están Vds. atendiendo con ahínco:


Lo de Flor: Ya habrá ido el dinero y el comisionado, y acaso Flor, y Maceo con él, hayan salido, o estén a punto de salir. Por el tiempo, aun lo dudo, y no oso creer que sea cierta, ni esa, la noticia por aquí repetida de un desembarco de Nicaragua, que acá se dice mucho, y debe ser el eco de alguna carta de San José, sorprendida en Cuba, y anunciando el desembarco, por supuesto improbable. Que Flor vaya, como sabe ir el, con sus 15 o 20, y los $2,000: con 5, aunque le cueste los $2.000. El es quien importa, si no puede acompañarlo Maceo.


Lo de Serafín: Va aparte, minuciosamente explicado, y de tal modo que, en la situación actual, con $500 se le atiende.


Lo de Collazo: Debe ser hacedero, desde cualquier lugar de la Florida, el plan de Tomás. En el Cayo, por ejemplo, hay botes de vela de alquiler, con capacidad para ocho hombres, que han ido a Nassau. De esto nada tengo que decir. Las cabezas de allá se valen. Es posible, y es barato. Sea ésta ahora la palabra de paso: los jefes, de cualquier modo. Ya arreglarán la remesa desde ahí de las pocas armas que puede necesitar Collazo. Y en esto, como en todo, sea cualquiera el comentario del instante, sacrifiquen la apariencia favorable, y el deseo del comentario favorable, al servicio real.


Lo de Rafael Rodríguez: Aparte va minuciosamente explicado, así como todo lo tramado sobre expediciones inmediatas.


De especial delicadeza es todo lo que por Vds. se diga, sobre todo entre los cubanos, acerca de nuestros movimientos, y de los de la revolución; así es que lo más seguro será mantenerse, en todo lo público, a la espera respetuosa de lo que el país haga, mientras afuera se pone a todo rápida mano, en tanto que en Cuba van llegando los diversos elementos a la cita de acción. Andamos por entre hombres, siempre mudables y difíciles, y por sobre la mar: y una predicción burlada es una batalla que se pierde, o un dedo caído. A juntar, a servir, a cubrir, con el vapor de lo que se dice, la realidad de lo que se hace. Sobre todo, que pierdan la pista de las expediciones, que es el trabajo de ahora. Que nuestras primeras manifestaciones oficiales sean tan solemnes como van a ser, y tan dignas de respeto, y con alcance tal, y tanto apego a la realidad, que mudemos desde la aparición el concepto que aun nos fuese hostil entre los nuestros, o ignorante y desdeñoso de parte de los extraños. Cuba se ha alzado, y está corriendo a su cita. De afuera, tengámoslo todo dispuesto para cumplirle nuestra promesa. Deseémosle a la patria tacto supremo, y paso firme. Aguárdese afuera, tranquilos, las noticias de la patria que reúne en sus hijos el juicio y el valor.


Tuve un instante para conversarles, y ya se me acaba. El General les escribe, y por su carta ven nuestra impaciencia y nuestro ánimo. Yo nada les diré de mí, sino lo que ya saben, y es que me iré ajustando a nuestras realidades vivas, y deponiéndome sin cesar, y quitándome de donde pueda cerrar la vía o entorpecerla; y velando sin desmayo, ni miedo a la injusticia o al mal juicio, por juntar en fusión viable los elementos opuestos o discordes de una revolución tan cosquillosa y espantadiza como la nuestra. Ese es mi oficio, sin que se me quebrante el valor, ni me lo oscurezca siquiera la inclinación real a quedarme en mi tierra, andando todos los días la jornada de todos. Yo soy un comino. Haré lo que mi tierra me mande. Y jamás se podrá decir que la impedí por mi aspiración o mi capricho. Esto saben de viejo, y en esto descansen.


Conque ¿me van a atender muy bien a todo? ¿Pondrán a escribir ahora a más manos, pª q. Patria este siempre a tiempo, ahora que puede ser y debe, periódico de muchas noticias? ¿Me tendrán de la mano a los clubs entusiastas, y especialmente a los que se van formando afuera? ¿Y tanta cosa que les digo sin necesidad, por el gusto de sentirme un instante más cerca de Vds.? De aquí a tres días espero largas cartas suyas. El vapor pasado no trajo, con gran pena nuestra, ni cartas, ni Patria, aunque vinieron todos los demás periódicos. Todavía hay flores en mi inquietud pª las dos casas, pª las dos cunas: y agradecimiento nuevo por cada servicio suyo a Cuba, por cada muestra de cariño a quien todas las advierte, aun las más disimuladas y sutiles. Un abrazo, largo como nuestra amistad, de su

Martí
Clubs de Santo Domingo


Den lugar prominente, y alto comentario, a las actas de los dos Clubs Dominicanos que les envío: el 1° Capotillo, creado por Emilio Reyes, joven abogado de alma erguida, y de talento estudioso y bello, y capaz de entusiasmo y desinterés; el 2°, el General Calvera, creado por un isleño que cargó nuestro grillo presidiario, Joaquín Montesinos. Del 1º, -publíquenlo todo -toda el acta, y lo más saliente del Reglamento. Del 2°, todo, menos las firmas, ni aun en la suscripción, que sin nombres se ha de decir: por los nombres, pongan el del Presidente Montesinos, hombre ferviente y generoso, y terco amigo de Cuba, que con su independencia sólo tiene paces.





José Martí
| Obras Literarias | Breve Cronología | Bibliografía |
| Gonzalo de Quesada | Epistolario |

| Literatura Cubana | Autores Cubanos |
| Literatura Hispanoamericana |
| Detalles de nuestra literatura | Damisela.com |


Gracias por visitarnos


Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
Todos los Derechos Reservados

Copyright © 2007 by Mariano Jimenez II and Mariano G. Jiménez and its licensors
All rights reserved