Salgo de aquí a pocos momentos para la capital, sin tiempo para aguardar como desearía las cartas de Vds., que han de venir tan llenas de noticias que pidan solución. Pero esto es lo más importante. Estamos aquí en las consecuencias naturales de la situación creada por la infortunada falta del envío que se esperaba y no llegó, según por cable dije a Vds. Ni el General ni yo llevamos sobre la conciencia la pérdida de un momento. Cuanto pudiera decir más, Vds. comprenden que no es hoy para el papel. -De allá nada les tengo que recomendar, puesto que los conozco, y todo está hecho a su hora: -lo de Flor, ya estará andado: lo de Serafín y Roloff ¿no tienen allí 60 armas, y el grupo de hombres, y goletas al pie, que por tina bicoca puede Vivo Rivero comprar, u otro, -y salir? Eso es lo más aconsejable, y ya hacedero. -Manuel vuelve a New York. y no se cree inútil para eso: acaso puede ser un buen auxiliar de Charlie, si Charlie está libre. -Con ojos de padre orgulloso he leído todo lo del viaje de Gonzalo, -y un bello artículo sobre él que me pareció de Benjamín. Patria muy acertada. ¿Y el buen Fraga? ¿Y todos? De Estrada no me dicen. De sus casas, baste decirles que mi natural amargura, hasta que el mar no está salvado, es menos que el cariño de los recuerdos con que gracias a Vds. la endulzo.-Han sido de incesante viaje estos días que pensé emplear en escribir: y el viaje sigue, como ve; -sin embargo, no faltará nada esencial, -a pesar de una premura tan penosa, que me saca la pluma de las manos. -Pero aquieten los nobles corazones: en la casa del General escribo, que desde que llegamos es toda nuestra, y él no descansa; ni me deja caer, y es quien es: -y yo no he de desmerecer del cariño de Vds., ni de mi obligación.-Adiós, pues; por cable nos hablaremos, mientras tanto. -¡Gracias!
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