Damisela Carta de José Martí a Antonio Maceo del 19 de Enero de 1895.

Carta de José Martí a Antonio Maceo. Bandera de Cuba.

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José Martí
Antonio Maceo
Cartas de José Martí

Esta carta se encuentra incompleta en las fuentes que hemos utilizado.




New York, Enero 19 de 1895.


Sr. General Antonio Maceo.


Mi amigo muy querido:


Desde la casa amiga, donde sólo aguardo la decisión del gobierno sobre nuestro cargamento para recomenzar inmediatamente, y sin pérdida de ayuda ni respeto, nuestra campaña, le escribo, con más fe que pesar, para darle rápida cuenta de la contrariedad que, de mano de un cobarde, ha venido a paramos el brazo. -Increíble parece que pensamiento tan feliz, con tan pocas manos en él, y servido por gente singularmente virtuosa, -que el pensamiento de llevar a la vez tres vapores a Cuba, con armas para 400 hombres y abundantes pertrechos, haya venido a encallar-asesinado desde las primeras horas de su realización, en la entrega indirecta, -o directa, -que hizo de él el Coronel Fernando López, sólo usado por mí en el momento indispensable, por ser el guía electo por el jefe de uno de los tres grupos expedicionarios. Al anunciarle,-en instantes en que rebosaba ira por no haber podido lograr para sí la comisión de la última compra de armas, -que le estaba cerca la hora del servicio, en las mismas condiciones en que lo iba a prestar yo, y lo aceptaban los demás grupos expedicionarios, desistió de servir en condiciones que "lo obligarían a quedarse en Cuba, o a no poder volver a los Estados Unidos", me afirmó que el podría para su expedición obtener un vapor cuyo capitán conociese y sancionase el objeto de la expedición, me protestó que lo iba a hacer con absoluta seguridad lo que había hecho ya para Marco Aurelio Soto, con las mismas personas, y a pesar de mi repugnancia expresa a tratar por mí mismo sin necesidad, una contrata que no me parecía ni precisa ni hacedera, me obligó a ir al día siguiente en plena luz, a una oficina de corredores de reputación dudosa, de los cuales sabía yo antes de hacerme ir, que no podía obtener el vapor, -a los cuales había revelado sin autorización el nombre supuesto con que ya tenía hechas yo dos contratas felices, -de los cuales sabia yo, antes de hacerme ir, que el nombre que les daba era el que había contratado ya dos barcos, que es cosa aquí de uso, -y a los cuales había revelado desde el primer instante el objeto de la contrata,-todo lo cual calló durante la conversación, que me dijo sería en lugar muy privado con persona del mayor respeto, y resultó ser una oficina escandalosa con un corredor vulgar.-Esto, amigo mío, pasaba en los primeros días de Diciembre, ya con dos vapores contratados, tripulados y provistos, -y Vds. allá, -y otras cosas en otras partes, -y toda la Isla andando y ansiosa,-y yo, entregado por un jefe de la expedición desde antes de arrancar de New York.-Aun así, por la habilidad demostrada y el respeto personal del agente que me representaba, se hubiese podido componer, y se tenía compuesta, la salida feliz, alternando el orden de los barcos, y tomando otras medidas rápidas; pero cuando se tenía en el ferrocarril wagon propio para llevar por rieles propios a nuestro almacén y a nuestro muelle el cargamento, Queralta envió al ferrocarril la parte de cargamento que estaba desde hacía más de un año en su poder, cuando lo de las Villas-la expedición que él había de guiar, -envió -digo- el cargamento, manifestado como artículos militares, y con las cajas de cápsulas descubiertas, lo que hubiera causado escándalo inmediato, y ya lo causaba, y la negativa del ferrocarril a llevarlos sin declaración verdadera e imprudente: y hubo que recogerlo, como se hizo con singular prisa y fortuna, perder el sigilo de nuestro wagon y su viaje de tres días, y enviarlo, con gran demora, y cierta publicidad inevitable, por una línea de vapores, a su muelle extraño. Aun así, ya iba cargado el vapor Lagonda, encaminado a Centro América, y estaba al salir, cuando el Departamento de Hacienda de Washington, -en virtud de una carta de New York a el dirigida en 10 de Enero denunciando el objeto de los dos únicos barcos que en New York conocían, -ordenó la detención y registro del vapor.


Un joven muy valeroso, de quien ya había hablado a Vd., salvó esta situación, y lo que hubiera podido venir de no salvarla, con feliz rapidez. -Pero, aunque el cargo embargado en los almacenes debe salvarse, -según aparece hasta hoy por la opinión misma del Fiscal del Gobierno -la hora está perdida, perdida la ocasión de conjunción con la Isla ansiosa, perdida la combinación que en modo alguno podía España sospechar, como me lo prueba la carta del General Calleja al Cónsul de Jamaica que tengo original ante mí, y en la que se ve que su vigilancia es mísera, y ciega, y mucho menor de la que imaginamos, y muy insuficiente e incapaz. Perdido el viaje triple del Lagonda, Amadis y el Baracoa, cada cual escogido para el mayor objeto que a cada cual fuese posible. -Pero no se ha perdido, por fortuna, el respeto al cubano. La magnitud de la empresa, sobre la cual ni Vd. ni yo perderemos tiempo de hombres en lamentarnos, parece haber pasmado a los cubanos más mezquinos e incrédulos, -y en este mismo inútil New York, donde todo lo vivo y eficaz me ha ayudado y me volverá a ayudar amorosamente, me ha costado trabajo reprimir una reunión pública, de verdadero y positivo entusiasmo, casi encabezada por los más murmuradores, para demostrarnos su fe e iniciar nuevos esfuerzos. -Se hará. -No veamos a lo pasado. Vd. tendrá un momento de pena, y sonreirá. ¿O me he engañado en ese pecho de hermano?


Apenas puedo,-si he de alcanzar el correo de hoy, por donde devuelvo a Corona, que no está aquí seguro, mientras dure la reclamación que empieza ahora a promover el Ministro español -decir a Vd. mi inmediato pensamiento, para que en seguida me lo conteste, si he de recibirlo antes de un viaje mío que durará un mes, y del cual bien puede ser que no vuelva. He dicho la verdad a Cuba: no los debo sujetar: si pueden y quieren, sin esperar a la conjunción nueva que ya preparo, empiecen, inseguros de la conjunción inmediata, aunque siempre seguros de mí, y de este modo de amar al país que Vd. me ve: sí quieren esperar a la conjunción nueva, hay para ésta dos plazos, -uno corto, y lo vamos a buscar, por si todos, -en vista de una situación madura, y atendida adentro, que solo pide dirección y empuje, -por si todos, digo, tienen el mismo ánimo que Vd. y yo mismo, y nuestros mejores compañeros. Y entonces es cosa breve: yo siempre podré enviarle $2000 de acá para que allá se busquen, propio, porque se puede, -un velero que los lleve: -y armas. Vd. me dirá, porque para 25 o 30 podían ir así,si caso necesario pueden ir consignadas como mercancías según Vd. me había dicho, y sólo yo aquí sé. -¡Ah! Dígame que piensa así, pues es en verdad todo lo necesario, y no se necesita en verdad nada más, -y con la majestad de ese ejemplo, y en mi conciencia la fuerza de él, salimos Mayía y yo, -después de haber asegurado yo el cariño mayor de las emigraciones, -a que por todas partes se haga lo mismo. ¿No es esta la hora? ¿no es este su corazón? ¿Necesito hablar? ¿Necesito escribir lo que Vd. lee sin que se lo escriba? ¿No es Vd. hombre capaz de verdadera grandeza? ¿Tibieza alguna, flojedad alguna, vacilación alguna, nos aflojarán la mano, nos harán perder la falta de que las cabezas lleguen a tiempo -la obra que hemos necesitado en el país, la disciplina y fe que muestra en esta obra nuestra, como es, y no en parte un hombre de ella, sino en toda ella, y el respeto grande que ya se ve que ganaremos por la magnitud, que...





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Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
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