Sr. General Antonio Maceo:

Amigo muy querido:

¡Si me viera en este instante! Sus viejos compañeros están cerca de mí: doblemos el trabajo, porque ya todos los campos están claros, -el desorden de Cuba vencido,-o encarado de modo que ya la perturbación se ha convertido en enemistad franca y poco importante de elementos sólo dañinos cuando se visten con nuestra ropa y se valen de la traición, acorralada esta vez y descubierta -y el General Gómez ya en la última disposición, que en persona me trae Mayía, que era el detalle que tan anunciado le tuve, y que en cablegrama de ayer me confirma, en respuesta a mi anuncio de estar llenas sus primeras indicaciones. ¿Qué me queda, pues, temeroso de las cartas, que confirmarle el cablegrama de Mayía y el mío?

La forma feliz y por mí ya aquí anticipada, por ser tan fácil y tan poco costosa, de sus trabajos ahí; apenas requiere más que el aviso general que ya por cable le di para irle poniendo todo sobre esa fecha, o la noticia, por la clave de días o la de letras, de la prórroga mínima, días más o menos, de una labor segura, y en este instante en todas sus partes perfectamente atada. Ya veo cuán poco por fortuna queda que hacer ahí, así que sólo tengo ya, cuando se avecine aun más el día y rapiñe de mis angustias lo que pueda, remitírselo por cable, para las últimas idas y venidas. De lugar, ya tengo la nota, y seguiré preguntando, para no errar. Lo que haya de ir, fírmelo que yo nada olvido.

¿A qué pintarle mi alegría, que sólo podría nublarse con la noticia de que aun no estaba Vd. bueno? ¿A qué decirle el extremo cuidado que para cada detalle necesito? Aun le escribiré una vez, así podré responder la carta que de Vd., espero, y acaso me aguarde en Central Valley. Mi júbilo es silencio, y Vd. me lo acompaña con el suyo. Mucho hemos padecido, pero ya estamos premiados. No puedo alzar la cabeza; pero Vd. me ayudará de allá con toda su bondad, su ahorro y su cordura. -Y su cariño. Si aun hubiere tropiezo, fíe en el juicio y en la conciencia de su