Damisela Carta de José Martí a Antonio Maceo del 25 de Diciembre de 1894.

Carta de José Martí a Antonio Maceo. Bandera de Cuba.

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José Martí
Antonio Maceo
Cartas de José Martí



New York, Diciembre 25 de 1894

Sr. General Antonio Maceo:


Mi amigo muy querido:


El día está lleno de sol, y con todo él en el alma le escribo esta carta última. Allí estará ya Alejandro. El barco que lo va a buscar sale hoy de su primera estación, y ya al llegar ésta a sus manos habrá recibido un cablegrama mío anunciándole la salida, lo cual querrá decir que partió de aquí felizmente con la carga, que el capitán va preparado a tomar los amigos de D. E. Mantell en el lugar adonde le lleva el empleado Miranda que va a bordo, y a llevarlos, camino de Santiago, a visitar en la costa la mina de manganeso de Mantell. A Vd., pues, a su cordura y serenidad, toca el ajustar las apariencias de modo que la salida de ahí convenga con este propósito, -y luego, en el camino natural del barco, y solo en el momento preciso, detener la marcha y bajar. Hasta el último instante se puede conservar la situación: lleven de ahí dos o tres hachas, con que abrir las cajas al caer en la costa, y así no habrá que entrar siquiera en explicaciones. El barco lleva, además de sus botes usuales, uno grande, de 30 pies, que es nuestro. Lleva amplia comida, y carbón para 25 días.-Van con Miranda mapas de la costa. La demora ha consumido parte de lo calculado, y Miranda lleva $500 en monedas de oro americano, que es lo mismo que llevaré yo por otro camino. Y ya solo por la mar le podría dar la mano, porque el cablegrama con las palabras "Imposible giro", que llegará a Vd. tres días después de la salida final de su barco para allá, se le pondrá como por mis propias manos, sólo cuando ya el barco de Gómez, y yo en él, y Mayía en él, estemos ya andando. Mi promesa será cumplida: ni Vd. ni los suyos correrán más riesgo que el que corra yo propio, y con todos los frenos que puede poner a los hombres el miedo a un deshonor seguro, que sería inexorablemente exhibido. Y el plan de esta otra rama del asunto, y el de la que va detrás, para llegar a la vez por las Villas, es exactamente igual al de la parte de Vd., sin una garantía menos ni más, ni más recursos.


En Mayía tenemos un magnífico y honrado compañero, incapaz de cobardías ni tapujos. El cumple y está dispuesto a exigir, y a cumplir a todo trance la oferta en que han creído nuestros amigos, que, por instrucciones comunicadas y aceptadas, y conforme a ellas, estarán echándose a la vez por tierra en la misma aventura a que nos echamos nosotros por la mar. -De la situación le impondré brevemente:-lo suyo, Vd. lo conoce: Lacret está en la Habana en paz, y el mismo julio, a quien al fin tuvieron que dar participación de detalles desde Octubre, escribe que es un misterio: y así lo dice Juan Gualberto, que vigila y ordena con gran dicha, honradez y eficacia. Así como se ha sacado lo de Oriente de manos de Lacret, así -y esta es la causa de la prórroga de fechas,-se está sacando y se puede sacar, lo de Occidente del conocimiento previo de julio, cuya conducta en estos instantes está siendo singular. Pero nada real depende de él, y su misma conducta de última hora acaso tenga un solo objeto, en él habitual; sólo que el deber me impone salvar, aun a costa de algunos días, el sigilo de las operaciones, y la clave decisiva, que -por lo mucho que hemos permitido que se prolongasen las cosas-vino a caer, sin que Juan mismo pudiera evitarlo, en manos de Julio. -Pero Occidente, tan importante como fuerza de distracción, está lejos de comenzar tibio ni desamparado. Hablo casi por mis ojos, porque lo que allí se ha gastado de lo nuestro tuvo un inspector del mayor respeto y responsabilidad, así como lo que ahora mismo ante su vista se gasta: y él conoce y ha palpado, el verdadero terreno, que es firme y vario, aunque con la limitación natural al comenzar un negocio de esta índole. De las Villas, sabe Vd. también. La tierra de Don Salvador temía sinceramente que la echasen sola y a la cabeza, y estaba tan poca dispuesta a eso, lo cual dijo con franqueza, como dispuesta está, según declara expresamente, a coadyuvar desde el arranque a la obra general.


Ahora, otra vez a lo de Vd. -A bordo sólo han salido de aquí Miranda y un joven muy experto, que ya se lleva ganada la voluntad del capitán y la tripulación, -que va como hijo de rico, y lo parece, -que habla el inglés muy bien, porque se ha educado aquí, -me ha salvado ya aquí de un grandísimo apuro, y es el que Vds. deben buscar en seguida ahí: John Mantell. Fíese a él, en este asunto, como a su propia persona. El daría la vida por mí. Sólo él, por sus condiciones sociales y su conocimiento del carácter de esta gente, y el trabajo que desde hace ya tres días viene haciendo a bordo y continuará, pudiera servir de buen intermedio entre Vds. y el capitán. Le digo que en estos días he tenido que poner a prueba su presteza y resolución y ha salido airoso. El se ajustará a Vds, y los entenderá a media palabra.


Ya, antes de que reciba ésta o al pie de ella, le irá el giro final, de $2000 de ese país. Si más tuviera ¿qué más no le mandaría? Peso a peso vivimos y Vd. encajará ahí lo que falte.


En este instante me llega telegrama de un detalle difícil y premioso a que tengo que atender en persona. No puedo ponerle en palabras, con esta ansia del espíritu, mi esperanza de batallar cerca de Vd. por la patria justa y entera que amamos. -¡Piense en mí! Bien lo necesita, para salir de tanta agonía, su


Martí


Por supuesto, las instrucciones sobre la gente son las mismas. Iban a seguir viaje unos cuantos amigos,-y ya que van, se llevan, según instrucciones de Mantell a González, los trabajadores que vuelven a Cuba.





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Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
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