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Altagracia, Holguín, 9 de mayo de 1895. |
A reserva de más larga carta, que pronto podré escribirles desde Manzanillo, ansioso ya, con más premura que las de las leguas continuas y los sucesos, de poder guiarlos conforme a un plan rápido y general, les pongo estas líneas ya en tierras de Holguín, tan nuestras como cuanto he visto, y con sus 500 hombres armados, oyendo hablar al fervoroso Miró y al abnegado Rafael Manduley, brillante e impetuoso en Holguín.
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Vamos a Masó, venimos de Maceo. ¡Qué entusiasta revista la de los 3,000 hombres de a pie y a caballo que tenía a las puertas de Santiago de Cuba! ¡Qué erguido en su hermoso caballo el valiente Rabí! ¡Qué lleno de triunfo y de esperanza Antonio Maceo! Y nosotros hasta hoy paseamos salvos la comarca. Hoy salimos con escasa escolta del campamento de Quintín Banderas. Y de Masó al Camagüey. Se entrará pronto en todas partes, a la vez, en las operaciones más activas que permite ya contra el enemigo aturdido y receloso, la ordenación, entusiasmo y agresión continuas de nuestras fuerzas.
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100 hombres apiñados respiran en el casuco donde escribo, con la vela en un jarro. He de acabar. Gran cariño he encontrado en Holguín de gente toda blanca, que lee y escribe, y marcial.
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Les hubiera enternecido el arrebato del Campamento de Maceo y el rostro resplandeciente con que me seguían de cuerpo en cuerpo los hijos de Santiago de Cuba.
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Gómez, organizado enérgico. Mi fatiga será grave y haré cuanto en este campo glorioso puedan Cuba y Vds., esperar de mí...
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Adiós les digo, con el júbilo de ver aquí a los cubanos negados a España, y enamorados de la revolución. Auxilio rápido, un gran revuelo, y gloria -y martirio.
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Todos duermen a mi alrededor; velo. El más tierno cariño de su
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José Martí |
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