Damisela Carta de José Martí y Fermín Valdés Domínguez al compañero Carlos de Castro y de Castro.

Carta de José Martí y Fermín Valdés Domínguez al compañero Carlos de Castro y de Castro. Bandera de Cuba.

José Martí
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José Martí
A Carlos de Castro y de Castro
Cartas de José Martí

Esta fue la carta que los Voluntarios del régimen español encontraron en casa de Fermín Valdés Domínguez dirigida a un compañero de escuela que había enlistado en el ejército español. Seis años de Presidio, con un grillete del tobillo a la cintura rompiendo piedras en las canteras fue la condena que recibió el joven José Martí de dieciséis años.




Habana, Octubre 4 de 1869.


Compañero:


¿Has soñado tú alguna vez con la gloria de los apóstatas? ¿Sabes tú cómo se castigaba en la antigüedad la apostasía? Esperamos que un discípulo del Sr. Rafael María de Mendive no ha de dejar sin contestación esta carta,


José Martí

Fermín Valdés Domínguez



Luis Rodríguez-Embil en “José Martí, el santo de América” de la Imprenta P. Fernández y Cia, 1941, páginas 28-29 nos presenta como sucedieron los hechos:


“Y una tarde, al regreso a su casa, tras de dejar a Pepe en su trabajo, se entera Fermín de lo ocurrido en su ausencia y en la de Martí, unos momentos antes:


“Su hermano Eusebio, quien, en compañía del Profesor de francés Don Atanasio Fortier y de su amigo Sellén, aguardaban la llegada del propio Fermín para comenzar la clase de aquel día, asomados a una de las ventanas de la calle, habían entablado un diálogo risueño con una graciosa vecina de enfrente que también se asomara a la ventana, a tiempo de pasar de retirada un pelotón de voluntarios al compás de la música de su charanga, para disolverse en el "Campo de Marte". Los voluntarios, arrogantes dominadores de la ciudad inerme, habían, al paso, escuchado las risas de los que de una a otra ventana dialogaban. Y el violento complejo de inferioridad de aquellos hombres que jamás salían a combatir, y que se traducía en su arrogancia misma, sintióse ofendido por las risas, pues temía y columbraba un ultraje en toda manifestación que no fuese de admiración rendida.


“Tal escucha Fermín al regresar de dejar en su trabajo a Pepe. Y, apenas lo escuchara, cuando un tropel de voluntarios invade el domicilio de los Valdés Domínguez, y se lleva al propio Fermín detenido. Le siguen a la prisión, la noche misma, el maestro de francés y Sellén. Los propios voluntarios efectúan un registro en la casa.


“Martí ignoraba todavía lo ocurrido. Mas, en el registro efectuado, he aquí que fue hallada, entre los papeles de Fermín, una breve misiva, dirigida a Carlos de Castro y Castro y que la carta llevaba, no una, sino dos firmas: la de José Martí y la de Fermín Valdés Domínguez”...


Continúa Luis Rodríguez-Embil; páginas 30-31 de la cita ya mencionada:


“Por otra parte, el Alcaide, tal vez a causa de similitudes hogareñas en su prole, muéstrase humano con aquellos dos muchachos cubanos que no se amilanan en la desgracia, que la soportan con tanta dignidad y fortaleza a despecho de sus años mozos, y que, lejos de rehuir responsabilidades, quieren, cada uno por su parte, aceptarlas solos por entero.


“Pues lo más bello de tal amistad se revela -al llegar, por último, el cuatro de marzo, el momento de la comparecencia ante el Consejo de Guerra, y discutirse la paternidad de la famosa carta -por la firmeza obstinada y tranquila con la que cada uno de los dos acusados reclama para sí el honor de haberla escrito. Imposible ha sido a los peritos comprobarlo. En efecto, Martí y Valdés Domínguez, que aprendieron a escribir juntos, en el Colegio de Don Rafael Sixto Casado, poseen sendas letras de semejanza inusitada... Se les carea, pues, Fermín va a hablar, para declararse único culpable. Mas Pepe le interrumpe vivamente. Y ante el asombro sorprendido de Jueces y testigos, y aun del propio Fermín, aquel cubanito adolescente, con palabra fácil, cumpliendo ya su doble vocación natural, de sacrificio y de elocuencia, proclama su culpabilidad única con el ardor de un Fiscal de sí mismo.


“Vuelto en sí de su mudez suspensa ante el espectáculo desacostumbrado, el Tribunal juzga inútil acumular más pruebas, ante la confesión de las partes. Levanta la sesión, acaso consciente de la esencial grandeza del minuto que había tenido, sin saberlo, la suerte y la honra de vivir.


“La sentencia fue rápida y sin apelación. José Martí fue condenado a seis años de presidio; Fermín Valdés Domínguez a seis meses de arresto mayor.”



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Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
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