Damisela Byron por José Martí.

José Martí - Crónicas y Ensayos - Byron por José Martí.

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Byron
(Fragmentos)
Crónicas y Ensayos



Byron

1


Byron iba poniendo su vida en verso: de aquí la uniformidad de sus héroes. Viaja por España -Ch. Harold; -por Suiza, Manfredo; por la Albania, Turquía y Grecia; -el Corsario y Lara. Escribe Don Juan, y el pobre Don Juan queda completamente eclipsado por el poeta: el protagonista es siempre Lord Byron. La invención de Byron era escasa: lo que hacía era devolver con propio color las imágenes reflejas de lo externo en su potente subjetivismo. Describe mejor que crea. El propio, con los aliños da la Poesía, es su mejor creación. Por eso D. Juan no tiene color propio: es invención suya. Saliendo de su propia realidad, Byron no hubiera sido un gran poeta. Don Juan comenzó siendo una nueva edición de sus viajes, donde con afectado deseo de desdeñar lo clásico intenta y realiza descripciones clásicas. Pero, cuando las personales luchas lo solicitaban, el personaje creado se hizo contribuyente del personaje creador. Lo trajo a Inglaterra, trocó su naturaleza, educación, actividad y lengua, por mágica arte y se valió de el para defenderse de sus enemigos y para vengarse de la hipócrita Inglaterra. Así fue consumada la inmortalidad para Don Juan, aunque todas las generaciones hubieran leído con agrado, si no los amores con Doña Inés, que huelen a Boccacio, los amores con Haydee, esta inimitable idealización de las apasionadas hermosuras de la Grecia.


Byron no fue tan independiente de la antigüedad como afectaba ser. Gusta de pintar naufragios, como Virgilio; y guerras, como Homero. La prolijidad de los detalles, y las entretenidas y amargas burlas con que flagela, a veces con soberbia elocuencia, las vanidades y los crímenes, han quitado vigor a sus descripciones de la guerra turco-rusa. A no ser por sus largas digresiones políticas; por sus intencionadas y no siempre sinceras burlas morales; por las menudas observaciones eruditas, y por la mezcla de personajes incidentales en aquella descripción esencial, quedara este trozo de poesía como el tipo de la guerra de estos tiempos. Sin pujos imaginativos, alcanza Byron una alta realidad. ¿Que es Manfredo? Una concepción sencilla: inspirada en Goethe sin duda, más humana y menos importante que Fausto. Parece increíble que el talento llegue a sospechar todas las torturas del espíritu humano sin sentirlas. Fausto es, a mi juicio, la mejor obra del hombre después de Prometeo. Y, sin embargo, Fausto sólo vivió en la imaginación de su autor. Manfredo, aunque no entero ni en su origen, vivió en el alma misma de su poeta. Byron pintó allá su propia soledad, y su remordimiento inacabable: esto es lo vigoroso de su poema. Su reminiscencia de la teogonía persa es débil.


2


Su intuitiva certidumbre de las de la ciencia, y su intención de demostrar la impotencia de una religión para redimir de su íntima tortura a su alma inmensa, añaden variedad a la concepción, y la completan lógicamente, pero son mucho menos típicas, durables y enérgicas que la parte evidentemente cierta del poema. Aquí, como en todas partes, Byron tiñe con sangre de sus heridas las creaciones literarias, a menudo celosas, de su inteligencia; es original hasta a despecho suyo. No puede imitar, aunque, sin querer aparentar que imita, en el misterio de su voluntad, lo desee.


Yo spre. tuve por lo mejor de Byron, Manfred y Mazeppa. Me parecían dos excelentes concreciones de los dolores del alma humana. No vi luego, sin pena, que el Manfred, que pasionó mi niñez, nació, antes que en la contemplación de los montes de la naturaleza y las del pecado en la conciencia, de la lectura del admirable poema goético. -Ni con menor pena vi que Mazeppa, mi otra maravilla, era -no un espíritu humano encadenado al corcel fiero y corredor imagen de la vida,- sino el ropaje esplendidísimo de un raro hecho real.


3


El estilo de Byron tiene una singular energía. No está debilitado por la abundancia e hinchazón de las imágenes: sino fortificado por el vigor y propiedad de las palabras.


Poeta eminentemente subjetivo, refleja en todas sus obras sus dolores: su dolor sombrío, por causa oculta, de naturaleza no revelable ante los hombres. Refleja esta grave pena, en El Corsario, en Laza, en Manfredo, en Ch. Harold. En Manfredo es Astarté, su hermana y amiga. En el 1 er. canto de C. Haz. es aquella a quien él amaba, aquella que podía ser jamás de él.


Su personalismo le inducía a errores. Es inglés, a pesar de su alma universal, cuando llama a Inglaterra aliada benévola de España contra Napoleón. Es ligero cuando imagina que no hay apelación al juicio erróneo que se forma del pueblo portugués.


Sin haber ahondado en las ciencias, consigue por intuición vez la desolación que queda en el espíritu después de haberlas estudiado ¡Gastar toda una vida para confesar a nuestra última almohada que no sabemos de qué depende nuestra vida!


Sus obras, sin perder nada de su mérito, podrían haber sido más regulares. No entiendo por regularidad el zigozismo escolástico: sino la constante elevación en la grandeza. Son elementos del carácter byzoniano: su educación sajona en frente del ardor del Mediodía; el natural contraste que resulta de pintar con una lengua sobria accidentes de pasión no comunes en la tierra en que se habla aquella lengua; la poderosa individualidad del poeta, acrecida con la ruda censura, y el profundísimo dolor íntimo, que atrae a si, y tiñe con su pardo color todas las sensaciones y los objetivos. Byron tuvo en favor de su originalidad: la de su carácter, la de su país, la de su lengua, y la de su dolor. No se ha de juzgar a un poeta por lo que pudo hacer, cuando hay abundante copia de lo que hizo.





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Última Revisión: 1 de Septiembre del 2007
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