Tengo la casa llena de gente, y les robo un instante para ponerle estas líneas. Hoy recibí su cablegrama oportuno, en respuesta al mío. Espero impacientísimo, de hoy a mañana, noticias directas de Cuba por el cable, que en seguida le diré. Yo, por mí, lo veo todo claro. Cuba nos espera, y no puede esperar mucho tiempo. Uno de los objetos de este alzamiento, objeto que nuestra prudencia en gran parte ha frustrado, era dar causa a las persecuciones. Si estuviéramos en Cuba, como debíamos y podíamos ya estar, habría coincidido nuestra llegada y la decisión del Gobierno. Yo sé lo que he de hacer. Así no podemos tener al país. Pero, ¿y el tiempo? Ahora necesito encauzar afuera y en Cuba la situación y recabar otra vez formal promesa de acción inmediata, y sujetar la situación dificilísima de la Isla, mientras va la acción. Demoras y escarceos ahora son verdaderos crímenes. Yo, en lo mío, conforme a lo ajustado, no necesito más que días. Esperemos las noticias directas. Cablearé a Gómez en apoyo o atenuación de la extraordinaria y justa urgencia de mi carta. Resolveré en seguida. Y Vd. sabe que no pierde días ni piensa en sí, ni vive más que para su patria, su amigo
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