¿Flores? No quiero flores! Las del cielo
Quisiera yo segar! |
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Cruja, cual falda |
De monte roto, esta cansada veste
Que me encinta y engrilla con sus miembros
Como con sierpes, y en mi alma sacian
Su hambre, y asoman a la cueva lóbrega
Donde mora mi espíritu, su negra
Cabeza, y boca roja y sonriente!
Caiga, como un encanto, este tejido
Enmarañado de raíces! Surjan
Donde mis brazos alas, y parezca
Que, al ascender por la solemne atmósfera,
De mis ojos, del mundo a que van llenos,
Ríos de luz sobre los hombres rueden! |
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Y huelguen por los húmedos jardines
Bardos tibios segando florecillas.
Yo, pálido de amor, de pie en las sombras
Envuelto en gigantesca vestidura
De lumbre astral, en mi jardín, el cielo
Un ramo haré magnífico de estrellas.
¡No temblará de asir la luz mi mano! |
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Y buscaré, donde las nubes duermen,
Amada, y en su seno la más viva
Le prenderé, y esparciré las otras
Por su áurea y vaporosa cabellera. |
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