Bien puede ser, amigo mío, que se haya olvidado de su amigo Martí, que, no por haberle visto poco ni usado escribirle, le tiene en menos de lo que sabe que Vd. vale, Pero ahora va a la Habana un gallardo poeta, de espíritu fogoso y carácter levantado, José Pérez Bonalde, a quien quiero, y se lo envío, para darme honor conque él vea el que da Vd. a mi tierra, y para que tenga Vd. ocasión de hacer sabrosa su estancia breve en Cuba a quien tiene ya merecido bien de las letras, y vasto renombre. Es seguro que Vd. le conoce: vea Vd. que era difícil ya cantar al Niagara de una manera original, brillante y durable, y Bonalde lo ha cantado en un poema arrebatado y abundoso, impreso en sus Ritmos, que le han valido tantas celebraciones. Ni era más fácil dar cómoda y propia casa española al rebelde y movible espíritu de Heine -y Bonalde se la ha dado; y luciente y suntuosa, Ni es más fácil que todo eso ser poeta a la par en versos y obras, y eso es mi valioso amigo venezolano. Ya los oigo hablar a Vd. y a él, de cosas altas y buenas: y ya me aflijo aquí, en silenciosa amargura, de no hacer yo parte llana al diálogo. Pero a obrar bien, y no a gozar, hemos nacido. Sea Vd. cariñoso con Bonalde; aunque él vale tanto que ha de captarse como cosa propia su cariño. Llévelo adonde sepan estimarlo. Hágale conocer a nuestros buenos y a nuestros brillantes. Al mejor lo envío; conque espero que venga Bonalde contento de mi tierra, que es el mejor derecho de quien la ama bien.
|