Damisela Cartas de José Martí a Fermín Valdés Domínguez del 1894.

Cartas de José Martí a Fermín Valdés Domínguez. Bandera de Cuba.

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Epistolario
Fermín Valdés Domínguez
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José Martí
Fermín Valdés Domínguez
Cartas de José Martí



New York, Abril 18 de 1894


Contentísimo de tí. -Imposible escribir aglomeración gran trabajo. -Un abrazote.

José Martí



New York, Abril 18 de 1894

Sr. Fermín Valdés Domínguez.


Fermín queridísimo:


Me he bebido tus cartas. Las había recibido antes de que me las escribieses. Te dejaba gozar, en esos raudales de cariño. Yo estoy como la almohada, para la hora del silencio. ¡Que no sabía yo todo lo que te aguardaba allí! Del sol y de la tierra nace la flor; y del Cayo y de tí, ya sabía yo lo que había de nacer. Ya ves tú, y ya adivinabas tú, que ese puño trabajador es como el cuajo de la patria. ¿Qué te tengo yo que decir? La soledad en que me dejaste, tú la sabes: y solo tu justa alegría la alivia -y la tarea de estas dos semanas últimas me la ha consolado. No me regañes: por telegrama te lo digo, y muy disciplinado tengo este cuerpo mío, pero ahora que te escribo no hay nervio en mí que no sea cuerda de dolor: no puedo mover los brazos, de tanto como hay que atar, y mover y sujetar. Ya tú entiendes lo que significa mi entrevista con Gómez: no es solo, Fermín del alma, dejarlo ajustado todo, hasta los mínimos detalles, sino desvanecer los últimos obstáculos que la revolución de ayer pudiera poner a la de hoy: y abrir los surcos anchos y seguros para la de hoy: ¡y qué trabajo cuesta ser sagaz y sincero -y ser enérgico y dulce,-y ser todo esto en mi soledad y mi tristeza! Y a eso, el trabajo físico de tanta ida y venida -y todo lo de Loynaz, felicísimo en resultados, mas con espinas que tengo que ir moviendo-y estas generosas y locuaces afecciones. Pero de todo me compensa la nobleza que en Gómez he visto: -el hijo que me deja, a que me acompañe en mi viaje próximo -y la esperanza -y cállate -de que volveré a verte pronto. Si ahora, o si luego de otro viaje, pende. Pero fuera de lo muy íntimo, de ningún modo se ha de decir, para no errar el golpe,-para que el gobierno, hoy fuera de sí, no se prepare, -para que lo que ese hermoso pueblo tenga que hacer, sea obra suya, y de su mérito, sin espuela ni solicitud mía; porque así me complace más: ¡y cuánto más bello y moral para Cuba, y favorable al crédito de nuestra democracia naciente, y a su autoridad en la República futura, sería el ir al Cayo, no a tender las manos, sino a dar las gracias. Pero acaso, por el prurito dramático, haya de ser la chispa mi presencia. Dudo sobre los métodos. ¿Seré preciso, -o podrá hacerse sin mí -en grande -lo que es indispensable inmediatamente? Que crezca la marea. Que madure la generosidad, exaltada con justicia, -y ¡ah! que gloria, cuando me ultrajen mañana a mi pueblo, decir de él: -Pues el dinero con que compró la libertad, yo nunca tuve que pedirlo! Estoy pensando. Ya saldré por donde más convenga y deba. Porque Fermín, ya tenemos la gloria en las manos. Veo premiada mi ansiedad, y mis sufrimientos.


Y a tí, ¿no te premia de los tuyos el verte tan querido, y no te unge y levanta la obligación que pone en ti la confianza pública? Ya te veo señor de corazones, canónigo de corazones, sin más pena que la de ver aún niña, y como animal, a la humanidad. Ya iremos subiendo. No hay pena que a un hombre bueno le llegue al tobillo. La pena inmerecida es dulce. Aprieta un poco la garganta, pero da luz por dentro. Llévame un diario de tu vida, y más largo mientras menos te lo responda. En mí, el silencio es pena. La alegría me pone conversador. Si callo, escríbeme fuerte. Yo te veo a todas horas, con estos ojos vigilantes.


¡Cómo quiero a ese Cayo generoso, y más ahora por tí! Ahora sí que-por lo que contigo han hecho-les mandaría a uno por uno-acaso de despedida -mi retrato. Por mí, no lo mandé jamás. Y ya te oigo, desbordada el alma presa, y con la libertad de un auditorio puro y amigo. Tú curarás almas y cuerpos. De mí, no me preguntes. Creo que he visto por junto un día a Carmita desde que te fuiste. Y tengo en este instante la Isla entera, y toda la emigración, delante de mí. Adiós, pues. Tú no necesitas más que nobleza que hacer para vivir feliz-y ahí la hallarás a porrillo, entre tanto agrio, menesteroso y desconsolado. Esto irrita a otros y a tí te alimenta. ¿Te puedo decir adiós mejor? A Máximo Díaz un buen saludo. Y a todos, que aún no puedo escribir. La semana entrante me resarciré: me meto en el monte: y en seguida-a la última peregrinación! Y ¡cuánto problema resuelto! Y uno de los mayores para mí, que era verte querido como mereces, y en el reposo de tu trabajo. -Y por la patria, ¡gracias!


Gómez te escribe. A Manuelito, una línea, y quiéremelo.


Tu

J. Martí



[Mayo, 1894]

Sr. Fermín Valdés Domínguez.


Fermín queridísimo:


Te escribo por mi mano, dos días antes de emprender camino. La enfermedad fue natural: mareo grande, la variedad de conversación de la llegada, comida violenta, discurso largo enseguida en La Verdad, con la voz rota. Pero la paz que dejo en las almas compensa esta encamada de tres días. Me siento aún sin cabeza, porque ahí fue a parar todo. Escribo como en el vacío. El buen Barbarrosa no se separó de mi lado, y he hecho desde la cama lo posible para obtener sin escándalo de aquí la cuota necesaria. Mañana salgo; pero acá he de mirar mucho lo que digo, porque la españolería ambiente lo tiene todo aquí muengo y vidrioso. Ahora azuzan una huelga general, con el perpetuo fin de entrar en la casa de Martínez. Creo que no tendrán éxito. -Ya recibí -¡buena tarea! -tu telegrama sobre tal R. y 9 pags. fábricas que han venido muy a punto. -Arriba sin cesar en lo que falte y en los cobros, porque si no, no se cómo me veré. -Te escribo con la mano insegura, por mi malestar, que me tiene aun muy caído, y porque no puedo olvidar nuestra despedida. Cuidado, sin embargo, con la menor aflicción: allá te veo, -como que no haces más que bien y te rodea tanta estima, -con todo el desembarazo y acomodo, de alma y cuerpo, que pudiera, en estos instantes, desear para tí. Da recio en eso, hasta cosas mayores. Gocé profundamente cuando te vi en tu rincón amplio y limpio, con el trabajo a la puerta y con el suelo firme debajo de tus pies. Atúrdete haciendo bien, que es ya para nosotros el único modo de vivir: sirve, vigila y perdona. -Yo te escribiré antes del viaje: después, estaré un mes sin saber de tí; pero tu obra habrá sido continua, por el encargo especial que te haré, y no tendrás manera de dejarme de dar cuenta de toda ella. Acabo porque no puedo halar mucho la pluma.-Vi toda tu alma en el telegrama de ayer y te la pagué con toda la mía. -A Manuelito ya le escribo: que sea dandy de noche, obrero de día, y hombre a todas horas, que ya estoy convencido de que él lo puede ser. -¿Y Aurora te cocina? Allá me sentirá, de seguro, sentado a tu lado, en todos los momentos de pena. Allí está


Tu hermano

Martí



[Nueva Orleans, Mayo, 1894]

Sr. Fermín Valdés Domínguez.


Fermín amado:


De N. Orleans te escribo.


Por Gualterio te fue el saco. Pancho le dio envuelta aparte la cartera, para mayor cuidado.


¿Como, majadero e imprevisor, no recibí en Ibor, en mi lucha al fin triunfante de Ibor, carta tuya? Goce mucho en verte allí respetado y querido.


Fue muy útil la carta de Manuel: de N. O. le respondo. ¿Se levanta temprano? ¿Está ya con Remigio, aprendiendo desde los orígenes, la industria, para poder luego administrarla, o dirigirla? Fío en él, por él, y por el hermoso ejemplo que ve en tí. Nunca, Fermín, te quise tanto. Y parecía que no te podía querer más.


Sufrí mucho, de caquexia nerviosa, por abuso, y disgusto. Ya voy bien, y al vuelo. Cuídame allá todos los detalles; vigila semanalmente los cobros. Mira que no andamos para engaños. Mi grande afecto a Poyo.


Tu

Martí



New Orleans, 30 de Mayo de 1894.

Fermín querido:


Y ¿me iré sin recibir carta tuya, a pesar del telegrama del sábado para que me alcanzase? Siento la gravedad de nuestra situación en cierto encogimiento que me posee, y cierta necesidad de mayor apoyo íntimo, como si ahora hubiera de ser más grande la labor. Y serían como salvadoras ciertas cartas amadas. Lo que dejo atrás lo sabes: una obra que empuje, y que has de salvar tú, y que debe estar hecha, sin desviación posible, para cuando vuelva de aquí a un mes: ¿por qué lo que tengo aun por delante ha de fallar, cuando nada aun ha fallado? Es misteriosa y bella tu presencia, y tu fuego de hermano, ahora que culmina en mi vida la capacidad de ser útil. La razón no triunfa sin la poesía, tu eres mi poesía.


Fermín, arriba. Yo me voy, y te lego mi deber. No te arrugues, por las cosas de adentro ni un instante solo. Serás feliz, y lo eres ya, mucho más que los que creen que lo son. Otros tienen, pero no se tienen. Nosotros nos tenemos. Visita y escribe mucho para Patria, y ponte mucho saco blanco, que así me gusta verte. Y a ver que le presentas hecho, a mi vuelta de tí y de las cosas públicas, a tu

J. Martí


Recibido tu cable, creo entender por él que mi encargo, hecho está ya, con Nimiam, en la Habana. Si no, ya instruyo a Serafín.




New York, Julio 2 de 1894.


Llego dejando toda mi parte hecha. -Dí amigos. -Abrazote mucho.

Martí



[1894]

Mi gran Fermín:


Ya por el cable sabes que volví. A ojear: a ver si me habían cumplido las ofertas, a estar con mi parte hecha en el día en que había ofrecido estar, y a seguir inmediatamente camino. -Esto, a ti solo, sin excepción alguna. Para todo el mundo, continuaré estando en New York. Escríbeme pues, enseguida.


Primero de tí. ¿Que hombres son esos que yo mandé, y están pesando sobre tí? ¿Cuándo me has visto tú dejar hilos por el viento? ¿No es mi cuidado mayor el que anden por las emigraciones expe...


Y para esa alma tuya incansable ¿que tendré yo, sino un amor cada día más tierno y profundo?


Por fortuna, el aviso de alma te echó ahí, en tu puesto natural, a la hora crítica.


¿Necesitaré decirte en lo que ando? Cuanto debía hacer, he hecho. Crece la obra en las manos,y salgo, sin perder minuto, a acomodar los recursos. al crecimiento. -Pero callado. -Y es imposible, Fermín, que de ahí falle la suma con que conté: nada veo que se haya recibido: así ¿qué sería la revolución? Allá no puedo volver. Y eso está. -El Martes sale una carta íntima mía a los talleres, para que tu la leas, con amor y energía, -o en cada taller quien convenga que la lea: y eso ha de ir a las entrañas: y el montante han de decírmelo por cable,-el montante seguro. En fin: olvidarlo todo, y ponerse a esto.


Y de tí otra vez. Imagínate o que tendré que escribir. Tu carta ha sido la primera. Bueno, lo del libro. Va el papel, Y ¿cómo haré para escribir el prólogo? Dejaré unas cuartillas. Que nadie sepa mí viaje. Que todos me crean vigilando desde aquí sobre el cobro.-Mis angustias, mí responsabilidad, mí dolor mortal ante la inercia de tantos que no me echa por tierra de pura fe en los pocos buenos, mi gusto al haber hallado leales y prontas a las emigraciones que visité al volar, y cuanto adivinas tú, quedese para que me lo ames, y para que de tí me venga en alegría y descanso lo que de pena o nausea me pueda venir de los demás.-Sí salgo, por lo menos para unas semanas, te lo avisaré.


Tu

J. Martí

Gonzalo de Quesada y Miranda en el Tomo 67 de sus “Obras Completas de Martí”, 1946, página 70 con respecto a las “emigraciones expe...” hace nota que se encuentra “Roto el original”.




[1894]

Ferminón:


Las seis de la mañana, y cierro el delicado correo, para que vaya a mano. Aquí tengo, y he leído ya tres veces, tu alma brava y buena en tu carta última. Un regaño mereces: y ¿qué alusión es esa a los ejemplos? ¿Sabes tú en la agonía en que me vi yo en esos días y como quise entonces morir más que escribir? Eso era como una rama de árbol: y yo veía la rama con el miedo de quien por un instante no le sintió la raíz al árbol. Ahora adelante los ejemplos. O ¿tú, también, me vas a apenar, y a pesar con la pena que en tí hubiese causado yo sobre quien solo anhelo verte satisfecho y querido? Vete a paseo.


Atiendo a ese queridísimo Poyo, y reproduzco tu artículo oportuno.


Y, cuando yo vuelva, ahora, pan y tasajo.


¡Cuánto te estimo que con tu cariño le des a Poyo las fuerzas que otros le quitan! Hay que hacer, en Cuba, sobre todo, una especie de sociedad secreta de hombres buenos.


Para tí, lo que queda de alma a tu

Martí



[1894]

Fermín queridísimo:


Todavía no. No puedo-de la atención del espíritu-abrir el pensamiento ni mover la pluma. Tú entiendes lo que pasa por mí-como aguardo -como espero -como temo. Ni a tí ni a nada más que lo de urgencia de hecho he podido atender. Estoy como un muerto que anda.-Hoy, sin embargo, te hubiera escrito,-y a Pedro Pérez, -y a Poyo muy querido, y sobre El Yara, que no sé por qué, aunque sé que por error, no ha recibido puntualmente cada mes su miserable ayuda, y la recibirá en total, -y a Roloff: vélos a todos -díles que este silencio es de la consagración y de la verdad; -y que el martes suelto la pluma.-Salí de aquí, a lo que tenía que hacer, -y al volver antier hallé cartas de Roloff, a que ya llegaba tarde la respuesta.-Adiós ahora. Lo de Rubí sale.


A Manuelito le escribiré. Es imposible que continúe pesando sobre tí. -Y créeme, jamás, acaso porque la tenga ya a la mano, se ha sentido tan cerca de la muerte


Tu hermano

José Martí



Septiembre de 1894.


Adios ahora. -Y creeme: jamás, acaso porque la tenga tan a la mano, se ha sentido tan cerca de la muerte


Tu hermano

José Martí



Ferminón:


Tampoco hoy. -Lo que es, no admite correo, ni me da tiempo a escribir, ni aun a tí.


A Serafín, vélo enseguida. El miércoles te van a mano mis encargos.


Y cállate: por allá voy yo;


Tu

Martí



Ferminón:


Muy feliz, y sin un segundo.


Sale en coche enseguida a llevarle esa carta a Serafín.


Allá voy


Tu

Martí



Ferminón:


Unas líneas. Llego y te pregunto. Bien lo de Tampa. Traigo lo que fui a hacer. -Y ¿lo demás? Esa es mi única pena. Confío en tu éxito en Tampa, si vas a tiempo, y a vivir como anacoreta. Un hombre sólo vive como un frijol.


Allá te va un cartón, y a Serafín de tu hermano

Martí



Fermín Valdés Domínguez en las Crónicas y Ensayos de José Martí.


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Última Revisión: 25 de Septiembre del 2007
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