Gonaives, 8 de Septiembre de 1892 |
Gonzalo querido:
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Le escribiría como de cuento, con su chispa de chiste, si no me tuviera el alma partida la miseria que veo; y el pensamiento de nuestra tierra, que está al otro lado de la mar verde, y no la puedo tocar. Ni día ni noche me deja el pensamiento. Mañana tomo el vapor pª el Cabo Haitiano: de allí a caballo a Montechristi, a Santiago de los Caballeros, a Santo Domingo, a los mares vecinos de que he aprendido mucho en el viaje, a New York, por Jamaica, para el 4 de Octubre. Llegaré hecho una sombra; pero Angelina me curará de una mirada, y Vd. de un abrazo. ¡Qué mares tan bellos! y la empresa ¡qué peligrosa y qué posible!
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No vi jamás, en mi mucho ver, tierra más triste ni devastada que este rincón haitiano, que del vapor al entrar parece muerto, y no vive, en sus calles fangosas, más que la de la limosna y de los apetitos. No hay por aquí un alma quemante, que vaya de pecho en pecho llamando a la luz, y saque a estos libertos míseros del miedo y de la hipocresía. La finura, es toda oficial, y vive del país llano. Sólo una raíz parece tener aquí la vida humana, y es el sentimiento fiero de la independencia de la tierra. La masa descalza, de cargadores y de cortayerbas, trabaja a peso al mes, y vive del aire, puro y transparente de la peor harina, y de uno que otro beso en los portales. La gente mayor, con su balcón de persianas y su sombrilla, tiene decidido caer sobre Santo Domingo, si Santo Domingo le sigue abriendo al Norte.
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Ya los veo ocupadísimos, por la culpa de mi ausencia. Ya me desvaneceré pronto, y no les daré tanto quehacer. Llevo un pulmón encendido y como desnudo, con la verdad de la mar. El mar es aquí una joya, en su montura de cerros, matizados acá y allá de palmas.
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Ubaldina. Y a las señoras de sus dos casas, que no las olvido, y las recuerdo una a una, bajo este cielo azul, donde son pocas las flores.
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Muy lleno de nuestra tierra le dice adiós, con lo mejor del alma, su
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J. Martí |
Y al Doctor, y padre, y demás hombres, el compromiso de q. no seré aun a mi vuelta indigno de su estima. Un saludo agradecido a Leza.
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