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EL FÉRETRO |
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. . .Habíase dispuesto próximo al balcón que tenía sus |
postigos cerrados. Por el montante, entraba la luz |
gris y destemplada de la calle. El ataúd descansaba |
sobre un pie sencillo. Era este ataúd de madera negra, |
con adornos de metal plateado. Tenía vidrio hasta cer- |
ca de la mitad solamente. |
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. . .Y vió el cronista cómo el cuerpo de la poetisa des- |
aparecía bajo pliegues de gruesa faya de seda negra, |
con un sutil bordado blanco. Pocas flores, sobre este |
féretro, alcazár de un cuerpo que fué primaveral, que |
fué perfumado, que supo estremecerse al hálito del |
arte como un rosal que besara el aura. ¡ Pobre Del- |
mira ! |
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. . .Apenas si un humilde ramo de violetas y otro - |
aún más humilde - de junquillos, se posaban por cima |
de la hermosa cabeza, que fué genial... |
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LA CARA |
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. . .Digamos algo de este rostro que hemos visto acar- |
denalado, exangüe, yerto. ¡ Era tan lindo ! |
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. . .La amplia frente, tras la que florecieron los versos |
más hermoso que mujer de nuestra época forjó, notá- |
base fría, un poco amoratada. Era de marfil, sí. Pero |
uno de esos marfiles viejos que hemos visto en ran- |
cias catedrales, obscurecido por los años y el humo |
del incienso. |
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. . .¡ Ah, los dulces ojos ! Tenían veladas las zarcas pu- |
pilas; pupilas nostalgiosas; pupilas serenas; dulces |
pupilas que parecían tener la visión de todos los do- |
lores de la vida... |
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. . .Sobre ellas - cortinas que no han de levantarse |
más - caían los párpados, orlados con las pestañas |
largas y sedosas... |
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. . .¿ Y la boca ? Sin aquella su triunfal coloración, pa- |
recía más mística, más asexual... |
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. . . . . . . . . . Piedad para los labios como engarces |
. . . . . . . . . . Celestes donde fulge |
. . . . . . . . . . Invisible la perla de la Hostia... |
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LOS CABELLOS |
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. . .Desaparecían cubiertos por la cofia, de faya negra |
también, con un solo vivo de gasa blanca. Desapare- |
cían, pero no en absoluto. Un mechón undoso, brillan- |
te, fragante - nota de gentil armonía - íbale hasta |
el cuello, como una sierpe que buscara su garganta de |
"madonna". |
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. . .Y evocó el cronista aquella su cabellera; su cabe- |
llera abundosa, bipartida, lánguida, con la languidez |
aristocrática de la rama del sauce. |
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. . . . . . . . . . Piedad para las pulcras cabelleras |
. . . . . . . . . . Místicas aureolas |
. . . . . . . . . . Que nunca airea el abanico negro, |
. . . . . . . . . . Negro y enorme de la tempestad. |
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EVOCANDO LAS MANOS |
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. . .No las vió el cronista. No podía verlas, ocultas por |
las sedas y las tablas del fúnebre cajón. Pero las |
evocó. Eran tan finas, tan pulidas, tan sugerentes!... |
Manos breves que estremecían con su frío al ser ro- |
zadas. Y era que todo el calor llevábaselo el corazón. |
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. . .¡ Ah, las manos de Delmira Agustini, armoniosas, |
liliales, principescas!... Con los dedos largos y afila- |
dos, rematando en una aguzada uña de ágata. El |
índice casi tan largo como el del corazón: signo in- |
equívoco de poesía. También en los dedos de aquel |
gran lírico que fué Julio Herrera y Reissig podía |
notarse esta peculiaridad: |
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. . . . . . . . . . Manos que sois de la Vida, |
. . . . . . . . . . Manos que sois del ensueño; |
. . . . . . . . . . Manos que me disteis gloria. |
. . . . . . . . . . Manos que me disteis miedo ! |
. . . . . . . . . . Llevad a la fosa misma |
. . . . . . . . . . Un pétalo de mi cuerpo. |
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LA JAULA VACÍA |
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. . .¡ Cuán triste esta salita donde el cronista ha visto |
transcurrir media hora esta mañana ! |
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. . .En torno al féretro, los blandones funerarios tre- |
melucían. La luz temblona irisaba el vidrio y las |
artistas del féretro ponía tonos cambiantes de nácar |
en la opalina tez... |
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. . .Pocos muebles por aquí y acullá. Pocos, pero con |
carácter: una mesita, el diván, unas sillas, el piano... |
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. . .Este piano tocaba todas las noches el "Nocturno" |
de Chopin. |
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. . .-¡ Toca otra cosa más alegre, nena ! |
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. . .-¡ Me gusta tanto, mamita ! |
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. . .Tenía la obsesión de la tristeza. Había nacido así: |
reflexiva, idealizadora, melancólica... |
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. . .¡ Tú, oh pobre Delmira, naciste inadaptada, inadap- |
table !... Naciste superior a este ambiente, a todos |
los ambientes... Habrías sido infortunada en todas |
partes... |
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. . . . . . . . . . Mi lecho que está en blanco, es blanco y vaporoso |
. . . . . . . . . . como flor de inocencia, |
. . . . . . . . . . Como espuma de vicio... |
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LOS RETRATOS |
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. . .Aparte de los familiares, vense algunos retratos de |
artistas que la admiraron mucho: Samuel Blixén, Ner- |
vo, el pintor Graner, Herrera y Reissig, cuyos claros |
ojos se adivinan perdidos en aquel mundo en que él |
sólo viviera. |
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. . .Y en un marco de oro y seda roja, entre nomeolvi- |
des y pensamientos bordados, la cabeza de león ago- |
biado del ruiseñor nicaragüense: la fotografía de Ru- |
bén Darío, con esta dedicatoria: "Ex toto corde et |
anima". |
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. . .Por aquí, un cuadro de amor por ella dibujado, por |
allá un primoroso trabajo que ella hizo en madera... |
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. . .Hay un último lienzo, sin terminar. Es un cuadro |
con un niño rosado, seráfico... |
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. . .Porque esta pobre niña que ha muerto tenía el sen- |
timiento de la maternidad !... |
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. . .Entraban los visitantes... Entraban silenciosos, re- |
cogidos... Un silencio hierático reina en toda la |
casa... |
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. . .El rostro tiene una expresión tan serena que descon- |
cierta. La poetisa que tanto amaba la vida, se fué |
de la vida, tranquila como si sonriera. |
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. . .¡ Oh, maldición de las armas de fuego ! Tú debías |
morir, sí; pero entre rosas, en una noche en que las |
rosas, pródigas en perfumes, queriéndote acariciar, |
te envenenaran... |
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. . .7 de julio de 1914. |
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. . .VICENTE A. SALAVERRI. |