. . . Yo muero extrañamente... No me mata la Vida, |
No me mata la Muerte, no me mata el Amor; |
Muero de un pensamiento mudo como una herida... |
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor |
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. . . De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida, |
Devorando alma y carne, y no alcanza á dar flor? |
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida |
Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?... |
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. . . Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente, |
Desgarradora y árida, la trágica simiente |
Clavada en las entrañas como un diente feroz!... |
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. . . Pero arrancarla un dia en una flor que abriera |
Milagrosa, inviolable!... Ah, más grande no fuera |
Tener entre las manos la cabeza de Dios!! |