Engastada en mis manos fulguraba |
como oscura presea, tu cabeza; |
yo la ideaba estuches, y preciaba |
luz á luz, sombra á sombra su belleza. |
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En tus ojos talvez se concentraba |
la vida, como un filtro de tristeza |
en dos vasos profundos... Yo soñaba |
que era una flor del mármol tu cabeza; |
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cuando en tu frente nacarada á luna, |
como un monstruo en la paz de una laguna |
surgió un enorme ensueño taciturno... |
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Ah ! tu cabeza me asustó... Fluía |
de ella una ignota vida... Parecía |
no sé que mundo anónimo y nocturno... |