Fué una tarde de plata. Largas ráfagas frías |
Arrastraban chirriando las hojas amarillas. |
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Pasó... pasó y flotaron sensaciones de tisis... |
Dos signos cabalísticos eran sus ojos grises... |
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Por el parque espectral divagó su silueta... |
Temblaba en toda ella un temblor de hoja seca !... |
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El cierzo, que va en ondas, con sus alas de acero, |
La azotaba violento, le agolpaba el cabello. |
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Bajo los viejos árboles descarnados, grisientos, |
Que al cielo se alzan rígidos como manos de espectros; |
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Pasó... gimió a su paso un chirriar de hojas secas, |
Y fué como una ráfaga de un frío de ultratierra. |
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El sol, rompiendo lento una nube de plata, |
Miróla extrañamente con su pupila extática. |
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Pasó... flotó una helada sensación de misterio, |
Un olor de violeta y... se perdió a lo lejos. |