Súbito vi del hada madrina el tul celeste, |
Las alas de diamantes, el peto de cristal; |
Brillantes de rocío traia en la azul veste, |
El carro de turquesas, la cabellera astral; |
Y abrojos y perfumes que un largo viaje agreste |
Prendiera bajo el oro de un cielo matinal, |
Dijo: en tu cuna pongo esta flor, ella preste |
Su miel y su fregancia a tu fiesta auroral. |
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La he buscado a través de los campos salvajes |
Mil años! Hoy corona la angustia de mis viajes: |
Tómala, tuya es. - Gracias!, gracias madrina !- |
-Alma de extraña planta que rara vez florece. |
La flor que aquí te ofrezco jamás, jamás fenece !... |
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Y es reina del perfume, del pétalo y la espina ! |