. . . .Pasó humeante el tropel de los potros salvajes |
Feroces los hocicos, hírsutos de pelajes, |
Las crines extendidas, bravías, tal bordones, |
Pasaron como pasan pamperos y aquilones |
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. . . .Y luego fueron águilas de espléndidos plumajes |
Trayendo de sus cumbres magníficas visiones |
Con el sereno vuelo de las inspiraciones |
Augustas, con soberbias de olímpicos linajes, |
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. . . .Cruzaron hacia Oriente la limpidez del cielo, |
Tras ellas como cándida hostia que alzara el vuelo, |
Una paloma blanca como la nieve asoma, |
Yo olvido el ave egregia y el bruto que foguea |
Pensando que en los cielos solemnes de la Idea |
A veces es muy bella, muy bella una paloma! |