Damisela José Martí y Dos Ríos.

José Martí y Dos Ríos. Bandera de Cuba.

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José Martí
Dos Ríos
Breve cronología
1895

En el Diario de José Martí en los campos de Cuba podemos ver el desarrollo desde Playitas hasta un par de noches antes de los sucesos del 19 de mayo de 1895.


A continuación presentamos una de las descripciones de los trágicos hechos ocurridos en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895 que indica ser una de las más detallada y certera que hemos leído:




Rafael Lubian y Arias en “Martí en los Campos de Cuba Libre” publicado en 1953 en Homenaje de la “Cervecería Polar” al Apóstol José Martí en el Primer Centenario de su Natalicio:


Obelisco de Dos Ríos, sobre el sitio donde cayó Martí mortalmente herido.
Obelisco de "Dos Ríos". Levantado por suscripción popular a iniciativa del
alcalde de Palma Soriano, don Rafael Estrada. Está situado sobre
el mismo sitio donde cayó Martí mortalmente herido.

La muerte del Apóstol

Como ya hemos visto el día 12 de mayo habían llegado Martí y sus compañeros a los campos de "Dos Ríos" estableciendo allí su campamento, para dedicarse a despachar correspondencia, trasmitir órdenes, organizar e instruir sus fuerzas, recibir datos e informes de las operaciones de guerra y esperar refuerzos, principalmente las tropas al mando del General Bartolomé Masó, que debía reunírseles en ese lugar.


En dicho campamento pronunció Martí un elocuente discurso, como todos los suyos; y cuentan los que le oyeron ese día, que de pie, sobre los estribos de su caballo, se dirigió a las tropas, arengándolas, enardeciéndolas e impresionándolas hasta hacer derramar lágrimas a los viejos veteranos del 68. Esos viejos veteranos que eran inmutables ante los fusiles y cañones españoles, estaban allí conmovidos al oír las palabras ardientes y patrióticas del Maestro.


Todos llamaban a Martí "Presidente", aunque él sólo quería que lo llamaran "Delegado". Había en el campamento gran animación y alegría. Los revolucionarios se entregaban a sus trabajos con el brío y el entusiasmo de los grandes luchadores.


Martí laboraba con afán, moviéndose y visitando los lugares, más recónditos del campamento; atendiendo a todo; cuidando y alentando a los heridos; dando algún consejo; escribiendo y hablando siempre de la patria. Máximo Gómez, activo, enérgico, daba órdenes y se agitaba nervioso, preparándose para el combate... Pero, muy pronto, aquel patriótico júbilo y ardoroso entusiasmo, habría de convertirse en silencio profundo e infinita tristeza.


El General Gómez había tenido confidencias de que acababa de llegar a Palma Soriano un gran convoy custodiado por fuerte columna al mando de un Coronel, y que el mismo seguiría después a "Las Ventas de Casanova", a fin de aprovisionar toda esa línea de fuertes. Estimó el General de gran importancia atacarlo, y con tal objeto decidió el día 16 de mayo, salir para "Las Ventas de Casanova". Escogió cuarenta hombres de Caballería para dicha operación, dejando a Martí con el resto de las fuerzas encargado del campamento, donde debía permanecer en espera del General Masó, que "con el número mayor de hombres que pueda reunir", según la orden del General Gómez, debía incorporarse en ese lugar.


El día 17 salió el General Gómez con sus cuarenta jinetes y se dirigió a "Las Ventas de Casanova" para atacar al enemigo que suponía marchando en ese rumbo. No encontró rastro alguno del convoy, y creyendo que estaría por Remanganaguas, marchó hacia este lugar, llegando a el en los momentos que el enemigo entraba en el pueblo, lo que pudo apreciar con sus lentes desde una loma contigua, por lo que se emboscó en sus proximidades para esperarlo, tomando las precauciones del caso. El enemigo no se movió al parecer.


El día 18 al amanecer, el General Gómez emboscó a sus soldados y esperó la salida del convoy. Recibe aviso de sus escuchas de que "han comenzado a cargar las acémilas" para salir. Más tarde recibe otro aviso de que "han descargado las mismas" y hay silencio absoluto. A las 12 del día recibe un aviso de Martí, en el que le comunica la llegada al campamento del General Masó con caballerías estropeadas. El General Gómez contesta: "que acampe y espere..."


Parece que el convoy se detuvo a descargar en Remanganaguas, y por haber sabido confidencialmente el Coronel José Ximénez de Sandoval, que iba al mando del mismo, que el General Gómez lo esperaba en el camino de "Las Ventas de Casanova", para atacarlo, salió sigilosamente para dicho lugar, sin que el General se diera cuenta de ello, a pesar de su vigilancia.


Las fuerzas habían pasado un día terrible, según las palabras del General en su diario; "habían apenas comido y habían tenido que soportar un plaguero terrible".


A las cinco de la tarde el General levantó la emboscada y se retiró a un sitio mejor donde poder pasar la noche.


Parece que un isleño a quien el General había enviado al pueblo a buscar café le dio cuenta a Sandoval de que el General se encontraba allí con mucha gente esperándolo, lo que hizo que el Coronel Sandoval tratara de llegar a "Las Ventas de Casanova" con su convoy, que era su misión, sin ser molestado y una vez libre de ello poder actuar libremente sobre las fuerzas insurrectas.


El día 19, temprano, viendo el Generalísimo que no había señales del enemigo y estando en el campamento esperándolos Martí y Masó, decidió regresar a "La Bija" donde había dejado acampado a Martí, y emprendió la marcha hacia dicho lugar por la orilla derecha del Contramaestre, es decir, por un camino que va de Remanganaguas a "Dos Ríos".


Al llegar al campamento de "La Bija" no encuentra a Martí y demás fuerzas por haberse estos trasladados para "La Vuelta Grande", lugar apropiado para acampar las tropas, y haber mucho pasto para los caballos. Sigue su rastro hasta llegar al campamento cerca de la una de la tarde.


La llegada del General Gómez al campamento fue causa de gran alborozo y alegría. Formaron las fuerzas y hablaron los Generales Gómez y Masó, y también habló Martí, el que estuvo elocuentísimo. Después de esta ceremonia Martí almorzó con los Generales.


A Juan Masó Parra que era el jefe de Día, estaba encomendada la custodia del campamento. Mientras esto ocurría, veamos que hace Sandoval.


El 19 temprano, el Coronel Sandoval, por los informes que ha logrado recoger, sabe que hay partidas de insurrectos por los alrededores y que en la dirección de "La Vuelta Grande" había algún núcleo de importancia. No comunica su proyecto de salir a combatir esas partidas y emprende su marcha con mucho sigilo por la orilla izquierda del Contramaestre. Al llegar a Limones vadea el río y sigue la marcha por el camino de Remanganaguas a "Dos Ríos", o sea, por la orilla derecha del Contramaestre. A poco andar, la vanguardia da el alto a un campesino que trata de huir, pero es alcanzado.


Traído a presencia del Jefe de la Columna, el Guajiro cantó de plano todo lo que sabía, aun cuando ya había hecho desaparecer el papel que llevaba. Este individuo era el isleño Carlos Chacón, de la finca "La Vuelta Grande", donde estaban acampados Martí y Gómez, etc. Chacón confesó el lugar donde estaban los cubanos, y también que un señor a quien todos respetaban, llamado Martí, le había entregado cuatro monedas de oro y otras de plata para que le trajera ropas y víveres de acuerdo con una lista que le había dado éste de su puño y letra. En vista de ello Chacón fue obligado a servir de guía o práctico a la columna española. Sigue Sandoval su marcha y al llegar a "Dos Ríos", precisamente al lugar llamado "La Jatía", hace alto, seguramente por tener noticias de la proximidad del campamento cubano. Probablemente por la familia del prefecto Rosalío Pacheco se entera Sandoval que suman más de trescientos los hombres que hay en "La Vuelta Grande" y decide tomar posiciones estratégicas y esperar.


Coloca una avanzada como de cuarenta hombres cerca de la barranca del río por donde supone ha de venir el enemigo.


Despliega una compañía en línea de combate, apoyando su flanco en el monte distante del río Contramaestre como 400 metros.


También cerca del río aposta una sección, y con el grueso de las fuerzas de infantería y caballería a sus órdenes, espera el momento para lanzarlas donde menester fuere.


En el campamento cubano hay tranquilidad y se disponen a descansar cuando se oyen tiros en dirección del camino de "Dos Ríos". Parece que estos disparos fueron hechos a una patrulla cubana de caballería, por la avanzada española. Se da el aviso de enemigo a la vista. Habían transcurrido escasamente dos horas de la llegada de Máximo Gómez al campamento cuando sonaron los disparos. El General ordenó "¡a caballo!", y dijo al General Masó: "siga con toda la gente detrás de mí". Pensaba el General Gómez poder llegar a los campos de "Dos Ríos", que es un lugar bueno para maniobrar la caballería, lo que no logró por estar ya el enemigo posesionado de sus entradas. La gente demostró un gran entusiasmo, lo que hizo pensar al General Gómez en otro "Palo Seco", según dice en su diario de operaciones. Ataca el General con gran ímpetu la avanzada enemiga arrollándola. Entonces el General ordena a Martí "retirarse hacia atrás que aquél no era su puesto".


Las tropas españolas están desplegadas en línea de combate y resisten la acometida de los cubanos, no sin sufrir muchas bajas. Se generaliza el combate y Máximo Gómez no sabe ya de Martí, el que ha quedado atrás.


Parece que Martí, ante la ruda lucha que estaba presenciando, y de los ineficaces ataques contra las líneas enemigas, se lanzó hacia el enemigo, diciéndole al Ayudante del General Masó, Angel de la Guardia: "vamos a la carga, joven", emprendiendo loca carrera con su revólver desenfundado, seguido por Angel de la Guardia. Parece que con este gesto, intentó en un arranque de valor provocar una reacción favorable de las armas cubanas.


Corría el caballo de Martí, sin saber este a donde iba, guiado solamente por el sonido de los disparos, y en su loca carrera, atravesaron el río Contramaestre, subieron la cuesta del camino, doblaron un recodo que hay en este, y al salir a la recta que desemboca en "La Jatía", cayeron en la zona de fuego de los fusiles enemigos. La cerca que servía de parapeto a los españoles, tenía una portada sobre el camino, y por ella cruzaron Martí y su Ayudante, avanzando hacia el enemigo. Los españoles abrieron intenso fuego sobre ellos, pero Martí siguió avanzando con un valor temerario, hasta caer, mortalmente herido, "de cara al sol", como el pedía en sus conocidos versos, más allá de la línea enemiga, a unos veinte metros de la margen derecha del río Contramaestre, entre un fustete y un dagame. Su Ayudante, Angel de la Guardia, logró escapar ileso después de haber caído herido su caballo. El caballo que montaba Martí volvió a las líneas cubanas, siendo recogido por el corneta José Gutiérrez. La sección que mandaba Sánchez de León fue la que hizo las descargas que produjeron la muerte de Martí.


El cadáver de Martí fue hallado por las fuerzas españolas, y al ver los soldados el aspecto distinguido y las ropas que vestía (sombrero de castor negro, saco oscuro, pantalón claro, borceguíes negros y revólver de cachas de nácar (atado al cuello con un cordón) sospecharon que fuera de algún Jefe de la Revolución y dieron aviso de su hallazgo al Coronel Sandoval, quien ordenó a su Ayudante Capitán de Infantería Don Enrique Satué y Carbonell, -que conocía a Martí de Santo Domingo- examinar el cadáver. Después de cumplimentar este la orden cuidadosamente, y de oír distintas opiniones, llegó a la conclusión, por las marcas de la ropa, por el revolver, etc., así como los papeles y diversos objetos, y la cantidad de dinero que llevaba, ascendente a 500 pesos oro, que se trataba de José Martí. Inmediatamente ordenó el Coronel Sandoval que el cadáver fuera recogido. Encerrado que fue en una hamaca, es colgado en el portal o colgadizo de la casa de Rosalío Pacheco, y después atado a un caballo para conducirlo al inmediato poblado de Remanganaguas.


Después de Dos Ríos el cadáver de José Martí fue enterrado en el Cementerio de Remanganaguas.
Sitio exacto donde fue enterrado Martí en el Cementerio de Remanganaguas.
Jaime Sánchez, que ayudó a construir el féretro en que fueron conducidos
sus restos a Santiago de Cuba, señala el lugar.

La columna se puso en marcha siendo hostilizada durante un buen tramo de su recorrido por tiradores destinados al efecto por el General Gómez, con el objeto de que este se detuviera a combatir y tratar de rescatar el cadáver del Maestro, lo que no logro debido a las malas condiciones de los caminos y a que el Coronel Sandoval había acelerado la marcha, a fin de evitar el encuentro con tropas cubanas, que el comprendía tratarían de rescatar el cadáver de su Presidente.


Ya entrada la noche, el Coronel Sandoval ordeno hacer alto en el camino y coloco sus avanzadas. El cadáver fue descansado al lado de un árbol, -un Jobo- que había junto al camino. Este árbol se conservaba hasta hace pocos años y fue señalado por nosotros cuando lo visitó la "Comisión Histórica" en la reconstrucción de la ruta en el año de 1922. El Coronel Sandoval hizo ese alto en su marcha para descansar y reorganizarse ante el temor de caer en alguna emboscada preparada por las fuerzas libertadoras durante la noche, en su afán de rescatar el cadáver. Esto demuestra de una manera clara que el jefe español conocía perfectamente que llevaba los preciados despojos de nuestro Apóstol.


Ya una vez reorganizados y de haber descansado continuaron las fuerzas españolas su marcha, entrando en el poblado de Remanganaguas en la noche. Inmediatamente ordenó el Coronel Sandoval darle sepultura al cadáver de Martí y dio cuenta a la superioridad de la importante operación de guerra llevada a efecto en los campos de "Dos Ríos". El cadáver fue sepultado, sin haberlo colocado en un ataúd, en una fosa cavada en el Cementerio de Remanganaguas y junto con el de un sargento del ejército español, siendo colocado este último cadáver sobre el del Maestro.


En tanto eso ocurría en el bando español, todo era silencio y pesadumbre en el campamento cubano, y esa noche ni las cornetas tocaron silencio. Cuando amaneció, formáronse las tropas, y el General Gómez les dirigió la palabra. Dicen los que le oyeron que el General pronuncio breves, pero elocuentes y sentidas palabras que arrancaron lágrimas de sus oyentes. Después el General ordenó la salida en marcha del campamento, en columna de uno en fondo, y se dirigieron en ordenada y silenciosa peregrinación al lugar del combate.


Días después ce personó un médico cubano, el Dr. Pablo A. Valencia y Forts, acompañado de su ayudante, el señor José Ortega Navarro, en el cementerio de Remanganaguas. Venía en cumplimiento de órdenes recibidas del Jefe Militar de Santiago de Cuba, con la misión de exhumar el cadáver, practicarle la autopsia y embalsamarlo, para conducirlo a Santiago de Cuba. Una vez realizada esta operación -el 23 de mayo- el cadáver fue colocado en un sencillo féretro construido por orden del Capitán del Puesto, que para ello comisionó al señor Pedro Ferrán quien con la ayuda del jovencito Jaime Sánchez, lo construyó, costando la cantidad de ocho pesos.


Jaime Sánchez vivía en el año 1922, en Remanganaguas y el nos mostró el sitio aproximado donde fue sepultado el cadáver de Martí por primera vez, y el lugar donde fue practicada la autopsia y la operación de embalsamamiento.


El cadáver fue colocado en el ataúd y llevado en parihuelas escoltado por fuerte columna, al mando del Teniente Coronel Manuel Michelena, en dirección de Palma Soriano. Durante todo el trayecto la columna fue hostilizada por fuerzas cubanas, pero el Jefe de ella no se detenía a combatir, pues su misión era la de llevar con toda seguridad y rapidez, el cadáver a Santiago de Cuba.


A la llegada a Palma Soriano -el día 24- el ataúd fue colocado en el suelo en el parque de dicha población, para que el público desfilara por frente al mismo. Allí se levanta hoy un monumento, en el sitio donde estuvo el cadáver de Martí, durante toda la noche del 24 de mayo de 1895.


Desde Palma Soriano la columna continuó su marcha hacia el poblado de San Luis, y a la llegada a esta población -el día 25- el cadáver fue conducido hasta el cuartel y colocado en el patio del mismo. Hoy se levanta allí un sencillo obelisco.


Del Cuartel de San Luis, el cadáver fue conducido hasta la estación del Ferrocarril, y depositado debajo de un árbol que allí existe, para esperar la llegada del tren que habría de conducirlo hasta Santiago de Cuba.


En un carro de carga agregado al tren de pasajeros fueron conducidos estos preciados despojos hasta Santiago de Cuba, a donde llegaron a las 6 de la tarde del día 26, y por orden del Gobernador Militar de la provincia, General de Brigada Sr. Jorge Garrido (cubano) fue dejado en la estación del ferrocarril hasta las 8 de la noche, para evitar aglomeración de público. Allí lo custodió el Comandante de Infantería del Primer Batallón del Regimiento de Cuba No. 65, Sr. Manuel Tejerizo Cabrero.


Más tarde fueron llevados sus restos al Cementerio de Santa Ifigenia y colocados en una calle del jardín, y después depositados en la capilla del mismo, siendo custodiados por el mismo Comandante.


En la mañana del 27 de mayo y obedeciendo órdenes del Gobernador Militar de Santiago de Cuba, concurrieron al Cementerio el Coronel Sandoval, el Comandante Manuel Iglesias, el Capitán Ayudante de Sandoval, Sr. Satué, y numerosos oficiales españoles y público en general.


También se encontraba allí el Licenciado Antonio Bravo Correoso, quien pudo presenciar el enterramiento por haber obtenido del Coronel Sandoval una tarjeta, por mediación del Capitán Satué, Ramón Regüiferos y el señor Joaquín Castillo Duany.


El Comandante Enrique Ubieta y Mauri, que había sido amigo de Martí obtuvo, invocando el nombre del General Don Juan Salcedo y el suyo, que por el Sr. Bartolomé Vidal, Alcalde Municipal de Santiago de Cuba, cediese, sin costo alguno, el nicho No. 134 de la galería Sur del Cementerio, para enterrar a Martí, y los oficiales españoles costearon una lápida que fue fijada en el nicho.


El cadáver fue identificado por el Sr. Joaquín Castillo Duany, y por el Licenciado Bravo Correoso. Se levantó acta de la identificación.


En el momento de ser colocado el féretro en el nicho, el Coronel Sandoval hizo la pregunta siguiente: "¿No hay aquí ningún pariente o allegado, o amigo del finado?" Viendo que nadie respondía, dijo:


"Vaya, señores, puesto que el difunto no tiene aquí parientes ni allegados que lo hagan, despediré yo el duelo."


El Coronel José Ximénez de Sandoval, descubierto, pronunció estas palabras:


"Señores: Ante el cadáver del que fue en vida José Martí, y en la carencia absoluta de quien ante su cadáver pronuncie las frases que la costumbre ha hecho de rúbrica, suplico a ustedes no vean en el que a nuestra vista está, al enemigo, y sí al cadáver del hombre que las luchas de la política colocaron ante los soldados españoles. Desde el momento que los espíritus abandonan las materias, el Todopoderoso, apoderándose de aquéllos, los acoge con generoso perdón allá en su seno; y nosotros al hacernos cargo de la materia abandonada cesa todo rencor como enemigo dando a su cadáver la cristiana sepultura que los muertos se merecen. He dicho."


El 24 de febrero de 1907 los restos de Martí fueron trasladados a una sencilla tumba de cemento y mármol, un templete de estilo jónico, en cuyas paredes había fijadas lápidas con pensamientos suyos y en su frente, sobre una columna, un busto de Martí y todo rodeado de palmas y cipreses.


Panteón donde fueron depositados los restos de José Martí el 24 de febrero de 1907.
Panteón donde fueron depositados los restos del Apóstol,
en Santiago de Cuba, el día 24 de febrero de 1907.
El costo de este monumento fue sufragado por
el Consejo Provincial de Oriente y
el Ayuntamiento de Santiago de Cuba.

Invitados especialmente a este acto concurrieron el hijo de Martí, José Martí y Zayas Bazán, el Ministro de Cuba en Washington, discípulo del Maestro, Don Gonzalo de Quesada y Aróstegui.


Concurrió mucho público, y el discurso del acto estuvo a cargo del General Rafael Portuondo Tamayo. La banda de música tocaba piezas fúnebres durante estas ceremonias, y se le rindieron al Apóstol honores de Mayor General muerto en campaña.


El cráneo fue mostrado al público por el doctor Mascaró. La dentadura estaba intacta. El cabello estaba rizado. Se encontraron fragmentos del calzoncillo, pantalón y corbata.


Los despojos fueron colocados en una urna de plomo. Se reservaron para ser donados al Museo, algunos huesos, pelo, dos pedazos de tela perforada por las balas, la corbata negra, etc. Se levantó acta de este acto ante el Notario Público Licenciado Donato Valiente y Portuondo.


El costo de este sencillo monumento fue sufragado por el Consejo Provincial de Oriente y el Ayuntamiento de Santiago de Cuba, ascendente a la cantidad de $2,000.00.


Allí descansaron los restos del Maestro y Apóstol, a la sombra de este modesto mausoleo hasta el día en que fueron trasladados para otro lugar del cementerio a fin de construir el nuevo panteón en que descansan hoy en día, desde el 30 de junio de 1951, y donde gracias a los niños de las escuelas que las renuevan con sentido y sincero patriotismo, hay siempre como él pedía en sus conocidos versos: "un ramo de flores y una bandera".




Nicho en el cementerio Santa Ifigenia donde los restos de José Martí fueron enterrados en Mayo 27 de 1895.
Nicho No. 134 de la galería Sur del Cementerio "Santa Ifigenia",
Santiago de Cuba, donde fueron enterrados los restos de
José Martí en Mayo 27 de 1895.


Hemos encontrado la siguiente descripción del monumento-mausoleo de José Martí en el cementerio de Santa Ifigenia, Santiago de Cuba, en un suplemento martiano que data de 1953 y consideramos apropiado presentar:


“En el cementerio de Santa Ifigenia, en la ciudad de Santiago de Cuba, se encuentran sepultados para la eternidad los restos del cubano más grande que jamás viviera. Recientemente, y como homenaje de la Patria, sus restos fueron trasladados de la modesta cripta en que se hallaban colocados para la nueva tumba, que recogieron en sus mármoles todo el simbolismo de su vida y perpetuar su memoria.


“El autor de esta obra es el conocido escultor cubano Mario Santí.


Mausoleo de José Martí, foto de 1953.
Mausoleo donde descansan los restos de
José Martí desde el 30 de junio de 1951.

“Desde que nos acercamos a la tumba de Martí, podemos comenzar a estudiar su hondo simbolismo patriótico, cubano, americano y martiano, pues el autor tuvo especial cuidado en recoger en su obra los detalles más importantes de la vida del Maestro, habiendo sido asesorado por el historiador, y colaborador nuestro en este Suplemento Martiano, doctor Emilio Roig de Leuchsenring. Un camino de baldosas de "mármol blanco sin pulir", como el que él pidió para visitar la tumba de los héroes, nos conduce hacia el monumento. A ambos lados, veintiocho monolitos nos señalan los lugares que visitó Martí a manera de viacrucis, desde su desembarco en Playitas hasta su muerte en Dos Ríos. Al otro lado de la tumba va un jardín de flores blancas.


“Cuando entramos en la cripta, vemos un polígono de veinte lados simbolizando las veinte repúblicas americanas, y, al fondo, como pedestal de la estatua, la representación de la República de Cuba. En el centro de este recinto se halla una estrella de cinco puntas, y en el centro de ella el túmulo que guarda la urna con los restos del Apóstol, cubierto siempre por un ramo de flores y una bandera cubana. Mirando hacia arriba, y a una altura de veintidós metros y medio, se ve el lucernario y la linterna que le da a la figura una luz semital. Al salir de la cripta subimos por una escalera dividida en dos secciones de seis peldaños, que simbolizan la división en provincias, antes y después de la República. Al terminar la escalera, nos encontramos con el deambulatorio, en cuyo centro hay un balcón circular central bordeado por una baranda de bronce y por un friso corrido de seis cuadros, simbolizando las seis etapas más salientes de la vida de Martí. En el deambulatorio, frente a la entrada, hay una tribuna para exponer las doctrinas del Maestro, con condiciones acústicas apropiadas para la oratoria. Sobre este deambulatorio se levanta el macizo del cuerpo principal sobre seis columnas de dos metros de diámetro formando un hexágono, que simboliza exteriormente las seis provincias. Como en la urna, de cada uno de los lados se introduce una estatua simbólica de las provincias, de seis metros y medio de alto; cada lado forma una cruz, símbolo eminentemente universal, y para darle vigencia a una de las sentencias profundas del Maestro: "En la cruz murió el hombre un día, pero hay que aprender a morir en la cruz todos los días".”


Mausoleo de José Martí, foto del 2006.
Otra vista del Mausoleo de José Martí
en el Cementerio "Santa Ifigenia",
Santiago de Cuba


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Última Revisión: 1 de Octubre del 2007
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