Damisela Vida de José Martí - José Martí viaja por el Caribe y México y prepara el Plan de la Fernandina - Año 1894.

José Martí viaja por el Caribe y México y prepara el Plan de la Fernandina - Año 1894. Bandera de Cuba.

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José Martí
Breve cronología
1894

1893 - José Martí se entrevista con Antonio Maceo en Costa Rica!


José Martí por el Caribe y México. Plan de la Fernandina - Año 1894

Enero 2 -

Conflicto en el Cayo, por la introducción de obreros españoles para romper la huelga de los obreros cubanos en la fábrica "La Rosa Española". El abogado Horatio Rubens, obtiene el reembarque, con intervención de Martí.


Febrero 24 -

Discurso en la velada celebrada en honor de Fermín Valdés Domínguez, en el Salón Jaeger's.


Abril 8 -

Llega a Nueva York el General Máximo Gómez, acompañado de su hijo Francisco, para conferenciar con Martí.


Abril 21 -

Sale el General Gómez para la República Dominicana.


Mayo 4 -

Emprende viaje en compañía del hijo del General Gómez. Van a Filadelfia y a Cayo Hueso, Tampa, Jacksonville y otros lugares de la Florida.


Mayo 30 -

Está en Nueva Orleans, de donde sale a bordo del "Alberto Dumois".


Junio 5 -

Pasa por Puerto Limón.


Junio 18 -

Pasa por Puntarenas.


Junio 22 -

Llega a Panamá.


Junio 25 -

Llega a Kingston (Jamaica).


Junio 26 -

Sale para Nueva York.


Julio 7 -

Llega de vuelta a Nueva York, emprendiendo enseguida un nuevo viaje, esta vez a México.


• Don Alfonso Mercado en “Mis Recuerdos de José Martí” en “Archivo José Martí” Tomo V, No. 2. 1945, de las Publicaciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura, La Habana, páginas 217-221:


...“No se detuvo a consultar con los porteros ante cuya puerta tuvo que pasar, sino que derechamente se fue hacia nosotros, y dirigiéndose a mí me dijo: -¿Esta es la casa de don Manuel A. Mercado? ¿Está el? Entonces conteste yo que mi padre a esa hora se encontraba en la Secretaría de Gobernación de la cual era el Sub-Secretario. Claro, así lo comprendía, dijo él. -¿Y tu mamá? -Lo invite a subir a las habitaciones e hice que pasara a la sala de la casa mientras yo avisaba a mi madre, quien aunque no pudo saber que persona pretendía hablar con ella, se dispuso a recibirla. Regrese yo a la sala, y encontré a aquel señor contemplando los cuadros que colgaban de las paredes y haciendo manifestaciones de grande emoción por los recuerdos que aquellas pinturas le traían. Yo estaba sorprendido de ver que una persona a quien jamás había visto se conducía dentro de mi casa con cierta confianza, como quien pisa terreno viejo conocido y de muchos vínculos para ella. -¡Si vieras qué recuerdos me traen estos cuadros! -me dijo conmovido.


“En ese momento entró mi madre a la sala, y aquel hombre en un impulso de infinita emoción se dirigió hacia ella, y de rodillas le cogió la mano, besándosela y diciendo: -¡Lola!, ¿no me conoces? Esta escena me tenía a mí pasmado y un tanto cuanto inquieto porque la actitud de aquel hombre desconocido me hacía pensar si se trataría de un extraviado.


“Mi madre, de pronto no lo reconocía, pero después por el acento inconfundible de la voz y por otros detalles singularísimos en él, le vino a la mente el recuerdo, la imagen del antiguo amigo a quien había dejado de ver durante veinte años, y exclamó ¡Martí! en un movimiento de lo más grande que nunca vi en ella.


“Se puso en pie Martí, y en seguida se sentaron ambos y desde luego él fue un torrente de palabras afectuosas, de preguntas del mayor interés acerca de mi padre, de informaciones respecto de él mismo y de su familia, y todo esto con tal efusión, con desbordamiento de corazón tan grande, que jamás podrá borrarse del espíritu ese momento en que por primera vez vi al hombre más interesante que haya yo visto en mi vida.


“Los hechos se repitieron cuando dos horas más tarde, a la hora de comer llegó mi padre. Sólo que el encuentro entre ellos, aunque de seguro fue de impresión más intensa, porque después de veinte años volvían a juntarse los dos grandes amigos que llevaban en el corazón y en el alma vínculos profundísimos y grandísimos antecedentes, fue sin embargo más breve porque mi padre, aunque no sospechaba que Martí estuviera en México, pues éste no quiso avisarle por circunstancias especiales, lo reconoció pronto, y quedaron los dos largo tiempo mudos y abrazados.


“Puede decirse que Martí vino a México en esa ocasión con estos dos objetos únicamente: El de pulsar al Gobierno Mexicano en relación con el movimiento revolucionario de la independencia de Cuba que estaba ya preparado, y el de visitar a mis padres. Creo esto último porque la vida que llevó en esta ciudad así lo comprueba. Salvo el tiempo en que iba de negocios con mi padre, casi nunca dejaba de estar con nosotros dentro de la casa, o con nosotros en la calle recorriendo y recordando la ciudad, visitando lo que el quería conocer o volver a ver: el Museo Nacional, la Escuela de Bellas Artes, de cada una de cuyas pinturas tenía un conocimiento perfecto, los templos, etc. Estas visitas eran de gran enseñanza para los que lo escuchábamos porque sobre cada cosa: una piedra, un ídolo, un cuadro, aquel hombre nos hacía sabias explicaciones, nos daba antecedentes, nos hacía historia sobre aquellos objetos y parecía no un visitante extranjero, sino un sabio y profundo director de cada establecimiento. Mis hermanos y yo vivíamos colgados de sus labios, no le perdíamos palabra, y harto aprovechábamos sus lecciones. Por mi parte, puedo decir que entró tan hondamente en mi espíritu el modo de pensar y sentir de Martí, que para siempre se ha conservado en mí, y que muchas de sus ideas y pensamientos me han servido de norma en la vida. Su irresistible educación, su palabra de un incomparable atractivo, nos hacían vivir a todos, a los muchachos principalmente, endiosados escuchando sin cesar a aquel hombre. Así se explica que mis hermanos y yo guardemos tan vivo y grato el recuerdo. Hubo ocasión en que nos sentamos a la mesa a la una y media del día y no llegáramos a levantarnos sino hasta terminada la cena a las diez u once de la noche. El hablando de todo y mis padres y nosotros oyéndolo religiosamente. En sus pausas Martí siempre suspiraba. Con mucha frecuencia suspiraba, y es que el dolor estaba siempre en el a flor de alma.


“-El suspirón me dicen algunas gentes -contaba él-, burlándose de sí mismo.


“A su llegada a México, Martí se alojó en un humilde cuarto del Hotel Iturbide, y se inscribió en el registro respectivo con el nombre de J. M. Pérez. Esto lo explicaba a mis padres diciéndoles que teniendo necesidad de que no se publicara su nombre, sólo puso esas iniciales y el apellido de su madre, porque como el nunca mentía, de aquella manera decía la verdad sin exhibir su nombre demasiado conocido.


“Demostraba tal cariño hacia mis padres y para nosotros que, como dije antes, pasaba todo el tiempo al lado de la familia. Si por alguna circunstancia se retardaba, en cualquiera ocasión para regresar a la casa, siempre volvía con una flor, un pequeño regalo o cualquiera otra muestra de que las gentes de mi casa no se le perdían del recuerdo.


“Una de mis hermanas, muy consentida de él, se hallaba entonces sufriendo una delicada enfermedad, y el pasaba al lado de su cama largas horas consolándola y divagándola con su conversación llena de interés y de dolor. En una ocasión en que tuvo que estar ausente durante varias horas, envió a mi hermana enferma un ramo de rosas con una tarjeta que decía así:


En una casa de amores
Está enfermo un alelí;
Luisa, te mando esas flores
Para que rueguen por ti.

“Un hombre de la fuerza moral y de tan gran carácter como era Martí, tenía al mismo tiempo ternuras infinitas que no es frecuente que anden juntas con aquellas otras condiciones.


“Mi hermano mayor, Manuel, que era su predilecto, nos contaba verdaderamente impresionado como fue la entrevista que Martí tuvo con Don Justo Sierra, antiguo amigo suyo, y en la que lo acompañó mi hermano.


“Don Justo, con su voz afectuosa y persuasiva y con su grande alma aconsejaba a Martí que se quedara en México, que desde aquí desarrollara sus actividades de hombre de pensamiento. Le decía: "Pepe, quédese usted en México donde tiene tantos amigos, donde lo queremos y admiramos tanto, donde cuenta con el corazón de todos los mexicanos; quedese usted con nosotros a hacer versos".


“Acaso don Justo, no obstante su profunda visión, no creía muy realizable entonces la independencia de Cuba, o movido por el temor de que Martí expusiera su vida le recomendaba que se radicara en México. Martí entonces se hizo un volcán de elocuencia, y habló de tal modo, con tanta elevación en sus razones y con tanto amor a la libertad de su patria, que el maestro Sierra, sin tener ya una idea que aducir y con una emoción que lo hizo llegar a las lágrimas, sólo pudo abrazar a aquel hombre inmenso y decirle: -Vaya usted a hacer la libertad de Cuba.”...


Julio 22 -

“El Universal”, de México, saluda a Martí en su cruce rápido por aquella ciudad.


Julio 26 -

Cruza por Veracruz.


Agosto -

Sale de México.


Diciembre -

Ultimado su plan de invadir la isla con tres barcos bien equipados, Plan de la Fernandina, el Amadís está listo para partir hacia Costa Rica, donde debe recoger la expedición de Maceo.


Diciembre 24 -

Cena de Nochebuena en casa de Irene Pintó de Carrillo.


• Blanche Z. de Baralt en “Martí, caballero” originalmente de la “Revista Bimestre Cubana” de diciembre, 1931, en “Homenaje a José Martí en el Centenario de su Nacimiento” de la “Revista Cubana”, Publicaciones del Ministerio de Educación, Dirección General de Cultura, La Habana, Cuba, 1953. Páginas 9-21:


...“Quiero recordar aquí la última cena, el 24 de diciembre de 1894. Cenábamos en la Nochebuena como era costumbre desde hacía muchos años, un grupo de amigos íntimos, casi siempre los mismos. Ese año le tocó el turno de recibirnos a Irene Pintó de Carrillo, esposa de Antonio Carrillo de Albornoz, amigo de Martí desde la juventud. Con él y con Fermín Valdés Domínguez había estudiado el derecho en Madrid. Éramos trece comensales, habiendo faltado uno. Los esposos Carrillo y sus tres hijos, la señora de Mantilla con sus hijas Carmita y María; Martí; Federico Edelmann y Adelaida Baralt, Luis y yo. Martí llegó algo tarde y parecía fatigado; ya estábamos en la mesa; aunque él estuvo afable y celebró la cena para agradar a la dueña de la casa, no reinaba la alegría habitual. No se lo explicaba uno, pero fue una fiesta de poca animación y pesaba sobre todos como un presentimiento inexplicable.”...


Diciembre 25 -

Sale el Amadís, el primero de los tres barcos del Plan de la Fernandina, hacia Costa Rica.


1895 - José Martí “de cara al sol”


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Última Revisión: 1 de Octubre del 2007
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