Sin tiempo en este instante. Ya a Jamaica le escribiré. Sólo le digo que la maldad o torpeza que sabrá han hecho imposible la labor que intentamos, que de la mayor dificultad creo haber salido con el menor mal, y respeto mayor de los emigrados y de nuestra tierra. No yo, nuestras cosas. Podremos. Entro en otros rumbos. Volveré a su casa. Que Emelina me quiera y me perdone. Y creerá mal si cree que tiene razón para un ápice de abatimiento este amigo que lo quiere tan de veras. Era obra grande, y grande la juzgan, y nos la respetan.
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